Trail running invernal: las lesiones de frío

La tolerancia al frío se debe en gran medida a los avances tecnológicos y a los materiales que permiten que prendas ligeras ofrezcan una alta protección contra los elementos. Las respuestas fisiológicas del cuerpo humano son menos efectivas para combatir el desequilibrio ocasionado por el frío que las ocasionadas por calor.

Cuando la pérdida de calor es mayor que la producción de calor se genera un desequilibrio. La temperatura corporal en condiciones normales es de 36-37°C dependiendo de la hora del día, esta temperatura representa un balance entre la producción de calor y la pérdida del mismo. Existen dos tipos de lesiones de frio; (1) la hipotermia y (2) las lesiones de tejido (congelaciones).

 Maurice Herzog tras descender del Annapurna, perdió todos los dedos de manos y pies. El hipotálamo la estructura cerebral encargada de la regulación de la temperatura.

Clínicamente, la hipotermia se define por el descenso de temperatura corporal por debajo de los 35°C. Algunos de los síntomas de la hipotermia son la apatía, los temblores, estados de confusión, adormecimiento, y dificultad para hablar. Específicamente en el trail running, los riesgos de hipotermia se incrementan durante los momentos previos y posteriores a la competición (cuando no se está realizando ejercicio), si los deportistas no están abrigados o resguardados del frío o cuando se tiene que parar (e.g. por lesión, o por fatiga). Permanecer mojado sin poder alcanzar un lugar para resguardarse y colocarse ropa seca (o menos mojada) también aumenta los riesgos de sufrir una hipotermia (Castelli y Young, 2012).  Algunos factores que predisponen o ayudan a proteger a los seres humanos de padecer una hipotermia durante el ejercicio son: las condiciones ambientales, la temperatura en particular, el viento y si la persona se moja, el tipo de prendas de abrigo, y en particular la capacidad de estas para mantener a la persona seca, la constitución física de la persona, la intensidad del ejercicio que se realiza, la cercanía o no de lugares para refugiarse del frío, la disposición de comida y ropa seca, la capacidad de generar calor artificial, por ejemplo, mediante una hoguera o con un infiernillo, y el acceso a agua caliente.

Las lesiones de tejido, pueden dividirse en dos (congelaciones y no congelaciones). Las congelaciones ocurren cuando la temperatura de los tejidos desciende por debajo de los 0°C. La congelación se da principalmente en las zonas en las que la piel está expuesta (nariz, orejas, mejillas, las muñecas) y por supuesto en las manos y pies. El síntoma más común de congelación en el adormecimiento de la zona afectada. Cuando los tejidos comienzan a calentarse entonces aparece el dolor (algunas veces muy intenso), es por eso que tras una congelación es recomendable que un médico supervise el proceso de re-calentamiento en casos serios.

En un esfuerzo por mantener la temperatura corporal, la vasoconstricción ocurre a nivel periférico, la sangre que circula por dedos se reduce, y las personas comienzan a sentir frío y posteriormente dolor en las manos.  Esto ocurre porque la piel actúa como un aislante, al reducir el flujo sanguíneo de las áreas cutáneas, el organismo evita que la sangre se enfríe demasiado, por consiguiente la mantiene a mayor temperatura en los órganos vitales. La sangre circula por las venas profundas y no por las superficiales. Esto puede disminuir hasta en cien veces menos sangre circulando por las venas superficiales.

Para el Doctor Muller (2011) la piel de las manos, al carecer de pelo, no tiene ningún mecanismo de vasodilatación natural, por lo tanto la reacción natural ante el frío es la vasoconstricción, la cual puede disminuirse con el ejercicio físico. Se pierde más calor en las extremidades: las manos, los pies y la cabeza, porque la superficie es mayor que el volumen de tejido que contiene.

El estado de ánimo y la función cognitiva se altera en ambientes de clima frío.  Realizar ejercicio disminuye el impacto que tiene el frío en el estado de ánimo. El descenso de temperatura y la sensación de frio en la piel incrementan el estado de vigilia de una persona, pero también puede ser a largo plazo una distracción si el dolor comienza a agudizarse. El dolor en las manos y pies es una sensación muy conocida por los habituales del trail running invernal, el corredor necesita poner atención a la vestimenta que llevará para reducir el efecto del viento y el frío sobre la piel.

 

“En la vida de los hombres siempre habrán otros Annapurnas” (la congelación al extremo) 

Las lesiones por frío ocurren todas las temporadas en las altas montañas. Al igual que los exploradores polares de principios del siglo XX, sus homólogos alpinistas de los años 50’s se enfrentaron a más preguntas que respuestas sobre el equipamiento necesario para coronar las cimas de ocho mil metros. En 1950, tras haber alcanzado la cima del Annapurna (8091 msnm), Maurice Herzog, se quitó los guantes para sacar algo de la mochila cuando de pronto los vio rodando montaña abajo (llevaba unos calcetines extra en la mochila; pero la altura y la situación le impidieron pensar con claridad para usarlos como guantes). Tras unas horas, Herzog ya tenía los pies y manos congeladas. Sus compañeros Terray y Rébuffat se dedicaron a masajear las zonas congeladas, una decisión que quizás empeoró la situación, ya que en las congelaciones lo mejor es evitar cualquier tipo de abrasión.  “Me muero, tienen que dejarme”, Herzog dijo estas palabras a sus compañeros cuando luchaban por descender de la cima del Annapurna con las manos y los pies congelados. Gracias a la aparición de Schatz (alpinista de la expedición) y a un grupo de Sherpas que los rescataron lograron regresar con vida al campo base. Herzog perdió todos los dedos de las manos y pies.

Es responsabilidad del deportista mantenerse atento a las sensaciones que su cuerpo le transmite.  Entrenar y competir en condiciones de frío, con nieve y viento requiere concentración y sobre todo disciplina, ponerse los guantes cuando se siente frío, abrirse la chaqueta si se siente mucho calor, colocarse el cortaviento tan pronto se llega a una cima o se hace una pausa, obligarse a beber y comer. Un descuido, o postergar alguna de estas acciones, puede traer consecuencias desagradables, sobre todo si se corre por montaña.

En el momento justo: la importancia de unas manos calientes

Cuando Mike Stroud cruzaba la Antártida de costa a costa, sin trineos de perros ni ayudas externas, en menos de 10 minutos, y gracias al viento, pasó de estar en un agradable día, a estar en un infierno.  Permitió que las manos se le enfriaran un poco, cuando quiso meter las manos en las manoplas, ya era demasiado tarde, los dedos adormecidos se lo impedían, esa breve parada para ponerse los guantes, lo dejó helado y cuando comenzó a andar de nuevo sus músculos se habían enfriado y no podía mantener un ritmo que le permitiera generar calor en la cantidad suficiente para compensar lo que estaba perdiendo. Tuvo que volver a parar para colocarse la ropa de tormenta; pero necesitaba quitarse las manoplas y con los dedos todavía adormecidos no podía cerrarse las cremalleras de la ropa, con la ayuda de su compañero pudo vestirse; pero comenzó a no pensar con claridad. Con el descenso de la temperatura, el metabolismo cerebral también desciende, las reacciones químicas se vuelven más lentas, y cuesta pensar y la habilidad motora simple (como subir una cremallera) desaparece (Kamler, 2004). Mike literalmente se estaba congelando, ya no era capaz de moverse a un ritmo que le permitiera generar calor, en cambio lo estaba perdiendo a una velocidad considerable. En ese momento su compañero montó la tienda, encendió la estufa y Mike comenzó a salir del laberinto de la hipotermia, todo ello por no abrigarse en el momento justo.

Referencias

Carlsen, K. (2012). Sports in extreme conditions: The impact of exercise in cold temperatures on asthma and bronchial hyper-responsiveness in athletes. British Journal of Sports Medicine, 46, 796-799.

Castellani, J.W., & Young, A.J. (2012). Health and performance challenges during sports training and competition in cold weather. British Journal of Sports Medicine, 46, 788-791.

Cherry-Garrard, A. (1922). El peor viaje del mundo. Ediciones B: Barcelona.

Ito, R., Nakano, M., Yamene, M., Amano, M., & Matsumoto, T. (2013). Effects of rain on energy matabolism while running in cold enviroment. International Journal of Sports Medicine, 34(8), 707-712.

Jett, M., Adams, K., & Stamford, B. (2006). Cold exposure and exercise metabolism. Sports Medicine, 36(8), 643-656.

Kamler, K. (2004). Sobrevivir al límite. Ediciones Destino: Madrid.

Muller, M., Kim, C., Bellar, D., Ryan, E., Seo, Y., Muller, S., & Glickman, E. (2012). Effect of cold acclimatization on exercise economy in the cold. European Journal of Applied Physiology, 112, 795-800.

Muller, M., Muller, S., Ryan, E., Bellar, D., Kim, C., & Glickman, E. (2011). Pain and thermal sensation in the cold: the effect of interval versus continuous exercise. European Journal of Applied Physiology, 111, 979-987.

Sue-Chu, M, (2011). Winter sports athletes: long term effects of cold air exposure. British Journal of Sports Medicine, 46, 397-401.

Stroud, M. (2004). Survival of the fittest (2nd Ed.). Yellow Jersey Press: London.