Por Nieves Gil, del OS2O Alpine Team,

La Patagonia es un destino que todo alpinista quiere conocer en algún momento de su vida. Sin embargo, las condiciones meteorológicas tan adversas que se viven allí, hacen que cueste decidir hacer el momento ideal para hacer este viaje. Nosotros elegimos el mes de noviembre (2023) para volar a Balmaceda en Chile, más al norte que el Chalten en Argentina y menos hostil en cuanto a meteorología y geografía.

Antes de nada, me gustaría dar las gracias a nuestro amigo Oriol, que nos asesoró, y a Pere Vilarasau, quién ha fomentado el desarrollo alpino y deportivo en esta zona (villa Cerro Castillo). En esta zona hay varias posibilidades, canales de nieve y hielo en el Cerro Castillo, Cerro Palo o Cerro Chocolate, escalada en las Torres del Avellano, así como múltiples sectores de deportiva. Tiene de todo, además de un gran ambiente de motivación y compañerismo de la gente que ha ido a vivir allí.

Al ser un mes de noviembre con mucha nieve, no había condiciones buenas para ir a la montaña hasta que cayeran los aludes y se quedara en condiciones más seguras. De este modo, tras algún intento al Cerro Castillo y varias escaladas deportivas, salió una ventana de 5 días en la que podíamos ir al monte, a sabiendas de la gran cantidad de nieve acumulada y la alta subida de temperaturas que se preveía.

Aprovechamos para explorar y, si había mucha suerte, escalar el monte San Valentín por su arista norte, nunca ascendido por esa vertiente. La exploración fue toda una aventura, en la que poco a poco pudimos acercarnos a nuestro objetivo, pasando de bosques tupidos y matorrales a una laguna glaciar que daba acceso a la interminable morrena de 20 km, dónde a los pies del gigante San Valentín acampamos la segunda noche.

El panorama a la vez de precioso era intimidante, ya que caían aludes a todas horas en intervalos de menos de 30 minutos. Al día siguiente, la ventana no resulto ser tan buena, y salió un día nublado y sin visibilidad. Aproximamos por nieve transformada acompañados por la banda sonora de los aludes que no dejaban de caer. Sin embargo, sin visibilidad era imposible cruzar el glaciar y montarnos por la ladera oeste a la arista norte, por lo que tuvimos que volver a la tienda y dedicamos el día a observar, comer, pensar y reponer pilas.

Con un día de retraso ya es imposible realizar los objetivos propuestos y en el panorama que nos encontrábamos, seguir no era la mejor opción. Así que, al día siguiente, con consenso del grupo, Lucia Guichot, Oriol Baró y Nieves Gil (yo), decidimos ascender a la vertiente contraria para observar mejor el acceso a la arista norte del cerro San Valentín.

Tuvimos un magnífico día en el que subimos a dos picos desconocidos caminando ya que, técnicamente no eran difíciles. Como anécdota, los llamamos “Alfajor Peak” y “Mantecol Peak” dado que fue un alimento principal en esta aventura. Seguimos el descenso y montamos un campamento en medio de la morrena glaciar, junto a un río. Al día siguiente volvimos al punto de partida, contentos por la observación y la aventura vivida. A medio camino nos vinieron a buscar nuestros amigos y nos hizo una tremenda ilusión.

Después de esta ventana meteorológica parecía que venía otra mejor, así que con mi supercompañera Lucia Guichot y nuestro amigo Roger tomamos rumbo al Chaltén. Este viaje no es nada fácil ya que tienes que ir hasta la localidad de Río Ibáñez, coger la barcaza que te deja en Chile Chico, un taxi que te lleve a Perito Moreno y de ahí un autobús al Chalten. Después de dos días viajando llegamos el sábado, a dos días de la ventana.

Teníamos varios planes, pero una de nuestras ideas, como habíamos observado durante el mes que llevábamos en la Patagonia, que había mucha nieve todavía y que no hacía excesivo calor, fue escalar la supercanaleta al cerro Fitz Roy. Intentamos recopilar información y parecía que había ido un chico de la zona en octubre, pero no conseguimos hablar con él. Así que, compramos toda la comida necesaria para 6 días y planificamos muy bien nuestra ascensión.

SUPERCANALETA AL CERRO FITZ ROY

Características:

– Vía alpina, de nieve, hielo y mixto.

– Grado 5.9 WI4 M5/6, 1500m.

– Material 6 tornillos de hielo, 1 juego de Friends (del alíen negro al camalot #3) duplicando el camalot #0,5 y #0,75, 2 juegos de fisureros, 3 clavos y 13 cintas. 2 cuerdas dobles, piolets y crampones monopunta.

– Comida para 6 días, 2 gases.

– Duración 6 días.

El lunes, unos amigos nos dejaron a las 15h en el parking del río eléctrico, para subir tranquilamente hasta unos vivacs que hay en el bosque pasado el camping de Piedra del Fraile. Esa misma noche y la madrugada del martes daban mucho viento y preferimos no llevar tienda de campaña para evitar llevar una mochila pesada.

Al día siguiente, seguimos aproximando con fuerte viento hasta el paso del cuadrado y de ahí, atravesamos el glaciar del Fitz Roy norte para llegar hasta pie de vía, dónde pudimos descansar y observar la cara oeste por dónde ascendía la supercanaleta. En este punto, hay unos bloques para hacer vivac.

Tras estudiar la ascensión, comer y descansar lo que los nervios nos dejaban, pusimos el despertador a las 11:30, para salir a las 12:45 a la aventura. Tuvimos que ir haciendo huella, ya que la nieve no estaba dura. Pasamos por unos resaltes con muy poco hielo, y también, por canales de 60º en puro hielo. Hicimos un descanso para derretir agua y esperar a que clareara un poco porque nos surgían dudas de dónde estaría el bloque empotrado.

Llegamos en torno a las 7 am. Aquí, volvimos a hacer un descanso y nos echamos a suertes quién haría el largo de M5/6. Lo superamos. En realidad, el largo complicado fue el siguiente, una cascada de 80º que no tenía hielo y era muy expuesta de proteger. Además, aquí estaba Frank, quien murió hace 20 años tras una caída… estas situaciones te recuerdan lo efímeros que somos, tan pronto estas, como desapareces.

Continuamos por unas pendientes más fáciles, pero estábamos agotadas y paramos en una zona protegida a descansar y derretir más agua. Seguimos ascendiendo y vimos que la nieve estaba totalmente transformada y que íbamos muy lentas. Se notaba el cansancio, así que descendimos hasta un vivac que había en medio de la pared y descansamos, pensando muy seriamente si continuar al día siguiente o descender.

Nos despertamos a las 5ª m y decidimos continuar. La nieve estaba dura y se progresaba genial. Estábamos motivadas y venía la parte de roca, la más bonita. Aunque seguía habiendo hielo y nieve, continuamos prácticamente con crampones y piolet toda la ascensión. Todo es más largo y laborioso de lo que parece. A las 14 h llegamos a un vivac, descansamos, comimos, bebimos, encendimos el inreach (aparato satélite de emergencias) y nos llegó la buenísima noticia de que Oriol, Martín y Nico habían conseguido la cima del Cerro San Valentín, y con esta dosis de energía seguimos hasta la arista final.

De aquí aún queda un rapel y unas desescaladas. A las 19 h decidimos montarnos un vivac en un lugar muy especial dado que nos daba el sol desde primera hora (las 5 am) hasta última hora (las 22 pm), y encima, ¡estábamos resguardadas del viento!

Al día siguiente lo que debía de ser 40 minutos hasta la cima se convirtió en 3h hasta el inicio de los rapeles. La cima la dejamos a unos 100 metros porque se veía un terreno un poco expuesto con las condiciones de nieve que había. Así que, decidimos encarar los 21 rapeles que nos distaban de la brecha de los italianos por la vía Franco Argentina.

No tuvimos ningún problema y en menos de 6 horas ya estábamos en la silla, una arista de nieve de la cara este que te deja en la brecha de los italianos. Como eran las 15 h decidimos hacer otro vivac para rapelar esta brecha a primera hora del día siguiente, con rehielo y menos exposición a la caída de piedras.

Esto nos permitió disfrutar del último vivac en la montaña con unas vistas impresionantes al Cerro Torre. Al día siguiente, tras los rapeles, llegamos al glaciar y descendimos por el paso superior hasta la laguna de los tres. Muy emocionadas de todo lo vivido, tristes y a la vez contentas, con una mezcla de sensaciones muy extremas. Fue una bonita despedida de nuestra gran amiga Amaia que, por una mala elección, o una mala suerte, el destino decidió que se quedara ahí.

Retomamos el descenso hasta el pueblo y otra vez nos sentimos emocionadas al encontrarnos en el camino a nuestros amigos Roger y Nico ya que llevábamos 6 días sin ver a nadie. Vinieron a nuestro encuentro ¡con zapatillas y calcetines secos!

Todo este viaje ha sido una experiencia inolvidable con una compañera inmejorable y con unos amigos impresionantes, la Patagonia es mágica.