Por Oscar SanMartín del Alpine Team de OS2O
Cambio de planes de última hora. Una vez más ésta temporada, mis habituales compañeros de cordada sufren una serie de inesperados contratiempos y un sábado, a última hora de la tarde, me quedo sin plan para el día siguiente. No obstante, en un invierno meteorológicamente caótico como éste los cambios de planes de última hora ya vienen siendo habituales. Desde el mes de diciembre no paramos de recibir borrascas en los Pirineos. Cada pocos días nieva con frío y viento elevando el riesgo de aludes y cuando parece que las cascadas de hielo empiezan a formarse, lluvia… y vuelta a empezar. Llevamos varios fines de semana con mal tiempo donde lo único factible han sido las «salidas express» a esquiar. Eso sí, disfrutando de la nieve polvo como pocas temporadas se recuerdan. Sin embargo, la falta de actividades de alpinismo me trae ya de cabeza desde hace días. Tanto es así que últimamente paso más tiempo de falso meteorólogo que de alpinista.
«Mañana» parecía que era el día. Después de unos pocos días de calor en altura la nieve parece estabilizada y ahora que bajan las temperaturas es el momento, justo antes de que por la tarde entre otro frente de norte y vuelvan las nevadas. Las tres B del marketing, «bueno, bonito y barato», en el alpinismo se traducen en «rápido, técnico y estético». Filosofía “Fast and Light” que tanto nos motiva y de la cual en OS2O apostamos incansablemente. Así, no tardó mucho en venirme a la mente que tenía pendiente una de las montañas más estéticas del Pirineo, de rápido acceso desde las pistas de esquí de Formigal y con una cara norte suficientemente técnica como para suponer una escalada mantenida pero sin grandes dificultades para poder subir rápido y seguro en solitario. El Pico Anayet visto desde las pistas de esquí de Formigal es una imagen emblemática que, imagino que como a mí, a muchos habrá llamado la atención.
Ésta majestuosa montaña es, al igual que el cercano Midi d´Ossau, un antiguo volcán que con la erosión ha dejado al descubierto una esbelta pirámide de roca volcánica. Es escarpado en todas sus vertientes, especialmente hacia el este y norte. Hacia el valle de Canal Roya el desnivel ronda los 600 metros de pared y actualmente tiene abiertas bastantes vías de escalada tanto en roca para la temporada estival como en nieve y hielo en invierno. El descenso por su cara sur no está exento de riesgos por transcurrir en nieve bastante inclinada expuesta al sol sobre una cortada. Así, en invierno son cuatro sus recorridos técnicos más atractivos:
- En la cara este el «archiconocido» Corredor de los franceses. Desnivel: 300m. Dificultad: Dinf. Apertura hace casi un siglo por el mítico pirineísta Jean Arlaud. Acceso desde el barranco de Culivillas, comienza en el llano de los Ibones de Anayet. Expuesto al sol desde primera hora, por lo que conviene escalarlo temprano. Al finalizar, la cara este enlaza con el corredor norte hasta la cima.
- En la vertiente norte, ascendida por primera vez por Juan José Diaz y J. Vicente en 1961, son tres las posibilidades evidentes a escalar una vez llegamos a la base de la pared desde la parte final del valle de Canal Roya.
- El corredor norte de la margen izquierda (500m ADsup), desde las rampas inferiores de la pared trazar una diagonal a la izquierda pasando por debajo de los contrafuertes rocosos hasta que nace un evidente corredor al que se incorpora en su parte superior el corredor de los franceses.
- Además, la cara norte presenta dos itinerarios lógicos con continuidad de nieve aunque no sean corredores. En la opción de la izquierda la cual recorre el centro de la pared, las dificultades son más suaves pero continuas, mientras que las de su recorrido vecino por la derecha suele presentar un escalón de roca en la parte inferior que concentra las dificultades de la vía. Ambas se pueden considerar Dinf y 500 metros.
La estrategia de hoy es aprovechar la nieve pisada de la pista de la Rinconada desde el parking de Portalet de las pistas de Formigal, esquiar hasta la curva del final del Valle de Canal Roya, aproximar a la pared, ascenderla por el centro de la cara norte, descender por la ruta normal, esquiar atravesando los Ibones de Anayet y volver al coche trazando una diagonal desde lo alto del Barranco de Culivillas hasta el parking de Portalet gracias a la nieve dura y continua que hay hoy. Todo un atracón de multiactividad esquí-alpinismo rápido y ligero. Fast and light en estado puro.
Cabe mencionar que este tipo de actividades en solitario constituyen una imprudencia en sí misma. La falta de ayuda en caso de accidente y la escalada sin aseguramiento disparan los riesgos objetivos por lo que no es una buena forma de progresar en el alpinismo ni debe buscarse salir de la zona de confort en éste estilo. Es una decisión personal, la cual soy consciente que se debería tender a evitar y que puede suponer una gran “cagada” si algo no va bien, siendo incluso una actividad muchísimo más sencillas de las que habitualmente haría en cordada. En contraposición, la soledad, la libertad y la magnitud de las montañas pueden sentirse de una forma única.
Madrugo sólo una hora más de lo habitual para no desajustar demasiado mi reloj corporal. A las 5:30 salgo de Zaragoza y dos horas después desayuno en el coche mientras preparo el material esperando el amanecer. Comenzar la actividad foqueando por pistas de esquí todavía cerradas pierde un poco el romanticismo de la montaña. Nada que ver con la otra opción de aproximar por el valle de Canal Roya que se mantiene virgen y poco transitado. Sin embargo, la primera opción me permite empezar todavía sin completa visibilidad y sin preocupación de errar en el camino, agachando la cabeza y poniendo la mente en blanco. Es decir, como si pusieras el piloto automático y te volvieras a dormir mientras el cuerpo, a ritmo lento pero constante va entrando en calor, asimilando el desayuno y ganando rendimiento poco a poco. Una hora después de ésta lenta puesta en marcha llego a lo alto de las pistas. Es momento para encontrar los primeros rayos de sol, beber, comer y guardar las pieles de foca para después volver al frío esquiando hasta la todavía base sombría del Anayet. El descenso es breve, en nieve dura y en pocos minutos estoy volviendo a subir todavía con esquís a la base de la pared.
Durante los días anteriores, el calor y algo de lluvia transformaron la nieve. Si a eso le sumamos el frío de hoy, la nieve ha quedado completamente compacta y helada. Las primeras sensaciones al comenzar la escalada no pueden ser mejores. Después de medio invierno sin buenas condiciones para el alpinismo, hoy por fin reencuentro nieve “corcho” con la que los primeros resaltes de la vía se disfrutan con facilidad. Magníficas sensaciones que llevaba esperando todo el invierno. La relativa verticalidad de una pared en la alta montaña mientras que con suma facilidad vas dejando el mundo cada movimiento un poco más abajo. Como suele suceder en un entorno complejo y cambiante como la alta montaña, pronto se tuercen las cosas. Así, la nieve dura y compacta de la parte inferior cambia a nieve inconsistente y costrosa a partir de 2200 metros de altura. Me imaginaba que por encima de la cota de lluvias de ayer empeorarían las condiciones pero no me esperaba tanto cambio… ni tan rápido.
En la parte superior de la pared la progresión es lenta, las piernas se hunden en la nieve y aparecen tramos con costras que hay que romper para no arriesgarse a ir pared abajo con ellas. Sin embargo, mis ganas y mi motivación son tan grandes que lejos de pasar un mal rato disfruto como un enano. A modo cómico, abrir la profunda huella se puede interpretar como un entreno físico, mientras que limpiar a «mamporrazos» los resaltes para encontrar algo que ganchear con los piolets se transforma en un autentico combate boxeo. La cima va llegando poco a poco y anuncia que, muy a mi pesar, el juego de la escalada se termina. Una cima, la cual es espectacular en invierno. Su carácter escarpado y las vistas a grandes macizos de los Pirineos en todas sus orientaciones la convierten en un mirador de lujo. No ha subido nadie hoy y la soledad es absoluta. ¡Que pasada!
Después de un breve break para disfrutar de la soledad y de las vistas, toca prepararse para el descenso, el cual es un inclinado recorrido en forma de «Z» en orientación sur con cortada al final. Todo un peligro para días soleados con abundante nieve. Sin embargo, hoy no es el caso. La temperatura es muy baja y el sol se está velando por la llegada de un frente desde el norte por lo que el riesgo de deslizamientos de nieve por fusión no es un problema mayor. Después de llegar al hombro de Anayet, el terreno se suaviza y llega la hora de la deseada gran esquiada. Subir los esquís escalando añade un peso extra que seguro que pagaremos pero la velocidad y diversión de volver rápidamente de la cima al coche lo compensa con creces. La nieve, otra vez compacta al volver a cotas más bajas, así como las bajas temperaturas, me permiten cruzar los ibones de Anayet y realizar la travesía lateral hasta el párking del Portalet sin tener que remontar ninguna pendiente.
Una vez en el coche, me queda el tiempo justo para tomar un café y volver a comer a Zaragoza con toda la tarde por delante mientras que la anunciada borrasca que entraba por Francia dejará otra vez nevadas por la zona. La verdad, es que estas actividades rápidas y ligeras me encantan. Me hacen disfrutar al máximo y son perfectas para rellenar mi escaso tiempo libre. Hoy en día, tenemos chaquetas de plumas y prendas con membranas impermeables/transpirables con un peso y un volumen de plegado mínimo, como la gama de OS2O de fast and light. Así que, ir rápido y ligero no es sinónimo de ir desequipado. La selección del material y la vestimenta dependerán de la capacidad de cada uno y de las condiciones del día y de la actividad en concreto que vayamos a realizar, pero los avances en materiales y diseños nos permiten llevar lo mismo o más que antes en mucho menos espacio y peso. Contemplar la montaña tranquilamente o pasar en ella más tiempo sin prisas ni agobios, deteniendo el reloj en lo alto de una cima, también me recuerda que ante todo no soy un «atleta» en busca de una marca o de un tiempo, sino un deportista apasionado de la montaña.
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