por Oswaldo Rivera
“empezábamos a considerar las temperaturas por encima de los -45°C un lujo poco frecuente”
Apsley Cherry-Garrard (Explorador polar)
Huevos de pingüino (Introducción)
La exploración polar de principios del siglo XX permitió obtener una cantidad considerable de datos acerca de la supervivencia en condiciones de frío. En una época en que la explorar las regiones polares era equiparable a descubrir nuevos mundos, un equipo de británicos fue más allá y se adentró en el invierno Antártico. La experiencia puede resumirse en el título del relato del único miembro del equipo que volvió a pisar Londres, Cherry-Garrard lo denominó el peor viaje del mundo.
En los tiempos en que la exploración y la aventura eran parte esencial de la vida de los académicos, Cherry-Garrard conoció al Doctor Eduard Adrian Wilson en una polvorienta oficina de Victoria Street (Londres). Wilson tenía una idea: ir al cabo Crozier en invierno a investigar la embriogenia del pingüino emperador, en ese momento el celebré médico y naturalista inglés no quería hablar mucho del tema, porque quizás nunca podría realizarse. La teoría decía el pingüino emperador era probablemente el ave más antigua, y que estudiar su embrión permitiría encontrar el eslabón perdido entre las aves y los reptiles de los que prevenían. La curiosidad científica los llevo afrontar las peores cinco semanas (hasta ese momento) de sus vidas. Wilson y Bowers (el tercer miembro de la expedición) harían el viaje de invierno, luego acompañarían al Capitán Scott al polo sur, de dónde no volverían. Con temperaturas por debajo de los -50°C que hacían dolorosa cada actividad, los expedicionarios llegaron a considerar que el momento más agradable era el desayuno, porque significaba que no tendrían que volver al infierno de los sacos de dormir hasta dentro de varias horas. Desde que se levantaban y hasta que se ponían en marcha tardaban cuatro horas. En ocasiones la ropa se congelaba tanto (los tejidos transpirables eran una quimera) que no podían moverse, y se quedaban como si estuvieran dentro de una armadura. Sobrevivieron tras superar muchas dificultades, regresaron del viaje habiendo enfrentado el frío extremo y con tres huevos de pingüino emperador. Hoy los huevos pueden verse en el Museo de Historia Natural de Londres. Han pasado más de 100 años desde ese viaje y los conocimientos y avances tecnológicos ha traído grandes cambios en los materiales de la ropa, la alimentación, los medios de transporte, sin embargo, la actividad física en condiciones de frío intenso sigue siendo una experiencia “dolorosa”.
En la foto de izquierda a derecha: Bowers, Wilson y Cherry-Garrard. De regreso al campo base Wielicki y Cichy tras ascender el Everest en invierno.
Trail running invernal: el consumo de energía y el rendimiento
Ejercitarse en condiciones de frío a diferencia de un clima controlado, es una actividad que produce estrés al organismo, ocasionando cambios a nivel hemodinámico, ventilatorio, e incluso en el comportamiento de algunas enzimas. Un estudio realizado en la Universidad Nihon Kukusi (Japón) descubrió que correr en condiciones de frio a 5°C, bajo una lluvia de 4mm/h a una intensidad del 70% del consumo máximo de oxígeno (VO2máx) incrementa la ventilación, el consumo de oxígeno, y los niveles de ácido láctico en sangre. Estos resultados sugieren que correr en condiciones de frío aumenta la demanda de energía. El entrenamiento es por tanto una parte esencial para adaptación y tolerancia al frío, un corredor entrenado, tendrá una mejor economía del esfuerzo, por tanto podrá realizar ejercicio en condiciones de frío sin que su rendimiento sufra un gran descenso. Para el equipo de investigadores del Doctor Muller (2012) a intensidades sub-máximas, estar aclimatado a las temperaturas frías ocasionó una mejor economía del esfuerzo que aquellos deportistas no aclimatados (entre el 20-30% menos de consumo de oxígeno). Los atletas con mayor economía pueden ejercitarse durante más tiempo porque consumen menos oxígeno a intensidades sub-máximas. Con un descenso en 1°C de la temperatura corporal se tiene una disminución del 5% del VO2máx. El efecto del frío sobre el organismo está en función del tiempo de exposición, por lo que es necesario considerar al momento de seleccionar la ropa y la comida que se llevará la duración aproximado del entrenamiento.
El frío también afecta la capacidad de trabajo de los músculos, la eficiencia en el ejercicio es la ratio de trabajo mecánico que se logra con un determinado consumo de energía. En términos de biomecánica, los seres humanos solo tenemos una eficiencia del 10-25%, lo que significa que entre el 75-90% de toda la energía obtenida de las moléculas de adenosín trifosfato (ATP) es desperdiciado en forma de producción de calor (es decir esta energía no se emplea para correr).
El frío no aumenta el metabolismo de las grasas. Sin embargo, durante los momentos previos al ejercicio (cuando el deportista no está realizando un esfuerzo) y por ejemplo, surgen los temblores por frío, se eleva la utilización de hidratos de carbono. Además, las investigaciones han mostrado que los niveles de ácido láctico son mayores en condiciones de frio que en temperaturas cálidas, lo que sugiere que el esfuerzo es mayor, para realizar la misma cantidad de trabajo. Esto ocurre porque con bajas temperaturas los carbohidratos son el combustible que se utiliza para comenzar a elevar la temperatura corporal (en reposo), lo que ocasiona que se produzca ácido láctico en los músculos que tiemblan por frío. Por ejemplo, en atletas entrenados la vasoconstricción periférica (brazos y piernas) reduce el flujo sanguíneo que llega a los músculos. Con una reducción del flujo sanguíneo se disminuye la capacidad para remover el lactato de los músculos. Resulta indispensable que los deportistas invernales se abriguen bien antes y después de entrenar y competir, para evitar desperdiciar energía en mantenerse calientes.
La aclimatación al frío se logra con la exposición frecuente a condiciones de frío. La importancia del entrenamiento, radica en que la aclimatación al frío tiene adaptaciones que ocurren a nivel celular, por ejemplo en las mitocondrias de los músculos, para ello es necesario que se produzca un esfuerzo físico intenso con el objetivo de mantener el rendimiento del trabajo muscular. Tanto la eficiencia como el tiempo de para mantener el esfuerzo físico se reducen en condiciones de frío (rango de temperaturas de los 0 a los -20°C). Para lograr las adaptaciones al frío, uno debe estar abierto a sufrir un poco de incomodidad en los primeros entrenamientos invernales. La aclimatación permite conocer cómo reacciona el cuerpo al frío y también cual es el impacto psicológico que genera en el deportista. Una exposición controlada, permite experimentar la incomodidad de llevar las manos frías, los pies mojados, enfrentar ventiscas, y con ello se puede observar que tan incómodo resulta el frío, de esta forma se va obteniendo un importante conocimiento de uno mismo, y se va desarrollando una confianza, que cuando se corre por montaña en condiciones invernales resulta decisiva.
Uno de los eventos que mejor combina el frío extremo y la carrera a pie es el IceMarathon (El Marathon del Hielo). Celebrado cada año en el paralelo 80 sobre el Union Glacier, a una altitud de 700 msnm y con temperaturas de -20°C. Los participantes deben dar dos vueltas a un circuito de 21.1 km, en dónde a largo del recorrido se distribuyen 5 puestos de ayuda, con avituallamientos cada 5 km, en el Union glacier, se ha convertido un objetivo de los corredores del Grand Slam Marathon, (7 maratones, 7 continentes). Sin un límite de tiempo para completar el recorrido la organización recomienda utilizar un sistema de capas de ropa para sobrevivir a las condiciones antárticas. Existe también una versión ultra, de 100 km, el primer corredor en completarla fue Richard Donovan (director de la carrera), tardó 15 h 43 min 15 seg. Si se quiere rendir en una competición como esta, es necesario que se entrene en condiciones similares, para propiciar la adaptación al frío. Corredores entrenados no tendrán problemas en completar el recorrido, sin embargo el rendimiento fisiológico no se acercará al que puedan tener en condiciones menos extremas. El corredor segoviano, Luis Alonso Marcos obtuvo un segundo puesto en la IceMarathon, en su campaña por el Gran Slam, «Luisete» fue del Sahara, a la Antártida, pasando por el polo Norte en menos de un año, una verdadera hazaña.
También en el norte
El Maratón del Polo Norte nace de una competición “no oficial” entre dos corredores, por un lado el veterano corredor antártico Richard Donovan y por el otro The ultramarathon man Dean Karnazes. Con la intención de ser el primer corredor en completar un maratón en ambos polos del planeta, Karnazes se embarcó en viaje a través de Canada. Donovan, respetando la tradición de competición que ronda el Polo Norte, negoció el camino a través de Noruega. Dean no logró llegar y completar el reto, y con ello Donovan se convirtió en el primero. En la actualidad el Maratón del Polo Norte se ofrece como un “plus” al reto del Gran Slam. Siendo una gran masa de hielo flotante, el recorrido del maratón experimenta el efecto de la deriva, modificando el recorrido. Otro aspecto es que se corre sobre una capa de hielo que flota sobre el Océano Ártico, con una temperatura de -30°C que con la ayuda del viento puede alcanzar los -40°C.
Los reyes del frío: los polacos y los ascensos invernales.
Si se habla de adaptación al frío, los polacos tienen un largo camino. Hasta hace unos años (con la aparición de Simone Moro) hablar de ascensos invernales en el Himalaya estaba ligado exclusivamente a los alpinistas polacos, la clave de su éxito en empresas de este tipo está estrechamente relacionada a dos factores, primero una adaptación al frío que lograban escalando en invierno en las Tatras polacos (terreno mixto, con frío y humedad) y a su gran capacidad de sufrimiento (ya que los ascensos invernales son eso). Andrzej Zawada, soñaba con escalar en los Himalayas en invierno, para ello aprovechó el terreno de entrenamiento que le ofrecían las Tatras. En 1980 Krzysztof Wielicki y Leszek Cichy hicieron el primer ascenso invernal a la montaña más alta de la tierra. En aquel momento, toda la tecnología existente en el alpinismo no estaba preparada para un ascenso al Everest en invierno, fue la entrega de los alpinistas y su capacidad para resistir temperaturas de -42°C lo que les permitió regresar al campo base.
Referencias
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Castellani, J.W., & Young, A.J. (2012). Health and performance challenges during sports training and competition in cold weather. British Journal of Sports Medicine, 46, 788-791.
Cherry-Garrard, A. (1922). El peor viaje del mundo. Ediciones B: Barcelona.
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Jett, M., Adams, K., & Stamford, B. (2006). Cold exposure and exercise metabolism. Sports Medicine, 36(8), 643-656.
Kamler, K. (2004). Sobrevivir al límite. Ediciones Destino: Madrid.
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Sue-Chu, M, (2011). Winter sports athletes: long term effects of cold air exposure. British Journal of Sports Medicine, 46, 397-401.
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