Por Javi Antoñanzas del OS2O Alpine Team
Con motivo de una estancia de investigación que estoy realizando en el Laboratorio de Energías Renovables de EEUU como parte de mi tesis doctoral, voy a estar viviendo 6 meses en Colorado, estado donde las Montañas Rocosas se alzan vertiginosas sobre la aburrida planicie del Mid-West americano.
Colorado es un estado privilegiado dentro de EEUU, pues exceptuando el mar, tiene de todo: montañas de 4000 metros, barrancos profundos, osos, fisuras de todos los tamaños y una cerveza excepcional.
En este post y en los siguientes os iré mostrando algunas de las zonas que voy conociendo.
Devil’s Tower
Cuenta la leyenda (existen otras) que siete jóvenes de la tribu Kiowa jugaban a las afueras del poblado cuando un oso las sorprendió. Huyendo de él, fueron a resguardarse en una pequeña roca. El oso las seguía. Las jóvenes se pusieron a rezar a la roca: “Ten piedad de nosotras, sálvanos” y de pronto la piedra comenzó a crecer. El oso, hambriento, empezó a dar zarpazos a la roca en un intento desesperado de capturarlas, ocasionando grandes grietas en las paredes. Las siete jóvenes no pararon de ascender y llegaron al cielo, convirtiéndose en las Pléyades o Siete Hermanas.
Los geólogos indican que tiene origen volcánico y que las columnas hexagonales se formaron durante el enfriamiento del magma, no como resultado de los zarpazos del oso. Sea cual sea el origen, el caso es que esta torre ocupaba un sitio en la lista de “pendientes” desde que vi una foto de Catherine Destivelle escalando la estética vía “El Matador”.
Con un grupo de 4 amigos recién conocidos me fui a pasar el fin de semana a este estético rincón del Estado de Wyoming. La oleada de incendios forestales que ha azotado el oeste americano este verano hace que la visibilidad sea muy limitada, tal es así que se podía mirar al sol directamente a mediodía.
Hago cordada con Jake y pronto vamos hacia nuestro objetivo, la vía icónica de la Devil’s Tower, El Matador. La vía se caracteriza por un marcado diedro “a dos bandas”, en el que la flexibilidad juega un papel muy importante.
El resto de la vía continúa por un sistema de fisuras y chimeneas que nos depositan en la cima, completamente llana y que ofrece (eso dicen) unas vistas maravillosas. Nosotros nos conformamos con ver los meandros del río colindante.
Como aún tenemos tiempo, decidimos hacer otra vía en la cara norte, huyendo de los calores imperantes. La elegida es McCarthy’s North Face, una vía donde doctorarse en empotres de dedos.
Llegamos a la cima al tiempo que lo hace el equipo femenino, que había estado escalado en la cara sur.
Compartimos una cerveza bien recalentada que habían subido en la magnesera y cuatro rápeles nos depositaron nuevamente en el suelo.
Longs Peak, Diamond Face
Sin tiempo para descansar de la Devil´s Tower, hago cordada con un nuevo amigo para escalar en el Longs Peak, que con sus 4346 m es la montaña más alta del norte de Colorado. Su cara Noreste aloja la joya de la corona del Estado, la pared del Diamond. Con unos 400 metros altura, goza de una verticalidad extrema, sin repisas; impone. Para acceder a su base hay que escalar, aunque en un grado más sencillo, 200 metros por placas y chimeneas. Tengo suerte, escalo con Aaron, que además de ser un genial compañero de cordada, ha escalado en esta pared en unas 15 ocasiones. Aproximamos hasta el vivac la tarde de antes y disfrutamos de un atardecer precioso, custodiados por el coloso del Diamond.
El despertador suena a las 4:00, a las 5:00 ya estamos con la mochila a la espalda. Llevamos un par de crampones para los dos pues no sabemos cómo se encuentra el nevero de acceso. Son escasos 30 metros de nieve, pero preferimos ser prudentes. Una vez alcanzamos la roca, cada uno con un crampón, los tiramos nevero abajo, no queremos escalar con peso “extra”. Los recogeremos a la vuelta a costa de alargar el regreso media hora.
El primer tramo del día lo resolvemos rápidamente al ensamble y ahí estamos, a los pies de una pared que ahora refleja los colores del amanecer y que no muestra muchas líneas de debilidad. La vía elegida es Bright Star, de 400 m y 7a, a la que se le podría añadir perfectamente unos cuantos “pluses” o letras más. Comienza Aaron, nada mejor que un 7a expuestillo para calentar. Esta va a ser la tónica general de la vía, que con maestría enlaza sistemas de fisuras entrecortados por preciosas placas y travesías. En el cuarto largo compruebo con alegría que los camalots, aunque estén en fisuras abiertas, también aguantan caídas.
La pared apenas recibe 3 horas de sol en esta época del año y los dedos pierden cualquier tipo de sensibilidad durante las paradas en las reuniones. Además, la altura se nota, ¡y mucho! Intento mantener la boca cerrada en los pasos más duros, no porque me vayan a entrar moscas, sino porque el corazón se me saldría ante el menor descuido.
Sufro la falta de aclimatación y la dureza de la vía. El último largo, un 6c bien apretado, me exige toda la poca fuerza que me queda. Lo encadeno, aun no sé ni cómo, quizás porque no sería capaz de repetir alguna de las secuencias entre seguros y sabía que había que salir por arriba. Los calambres se distribuían, por turnos, entre los codos y los dedos, haciendo la ascensión más entretenida. La vía acaba a escasos metros de cumbre, a la que llegamos casi de noche.
Nos queda toda la bajada, yo ya voy con la luz de reserva encendida y parpadeando. Aún tenemos comida y agua, pero no me entra nada. La bajada es compleja, requiere de dos rápeles, algún destrepe y mucha navegación por caos de bloques. Confío ciegamente en la pericia de Aaron para volver al vivac, de ser por mí esa noche la hubiera pasado a la fresca en la cumbre. Tres horas después llegamos al vivac y como las sobras de comida no nos parecían lo suficientemente buenas como para celebrar la ascensión, recogemos todo y vamos hasta el coche. Este último tramo lo hago en modo “robot” y me da la sensación de que se me haya olvidado hablar en inglés; apenas entiendo nada de lo que me dice Aaron y me limito a responder, cuando encuentro fuerzas, con un vago yes/no esperando que la conversación acabe ahí. Han sido 20 horas de actividad que sin duda nos han puesto al límite.
Vedauwoo
Dos viajes me ha costado pronunciar bien (/ˈviː.də.vuː/) el nombre de esta zona de escalada. Ahora ya puedo quedar con los amigos para escalar allí sin tener que gesticular con mis manos como si escalara una fisura para que me entiendan.
Después de dos días durmiendo y comiendo en abundancia me siento descansado de la actividad anterior. Este fin de semana hemos quedado unos cuantos amigos de Fort Collins para escalar en este paraíso (infierno para otros) de las fisuras. De apariencia semejante a la Pedriza o Cabrera, diversos riscos de granito se reparten por una extensa área cubierta de arbustos bajos, pues el inclemente viento que barre Wyoming no es propicio para grandes coníferas.
Vedauwoo destaca por sus famosos off-widths, fisuras más anchas que el tamaño de una mano pero que no llegan a ser chimeneas. Un off-width es el equivalente a un Hummer en términos de eficiencia energética, hay pocas maneras de gastar tanta energía subiendo tan poco. Practicamos empotres con dos manos, combinando los dos puños, un puño y una mano, empotres de mariposa…¡cuánta creatividad! Un off-width/chimenea estrecha que probamos nos requiere empotres de pecho. Consiste en respirar profundamente hasta que el pecho se ensanche lo suficiente como para quedarse empotrado. Entonces, aprovechas esos instantes para reptar con tus piernas, empotrar las rodillas y ganar, con un poco de suerte, unos 20 cm. ¡Ale, ya solo quedan 10 metros más!
Aunque no todo es sufrimiento en Vedauwoo, también hay excelentes fisuras de dedos, manos, puños, placas de garbancitos, etc. Resulta un lugar ideal para entrenar todas las técnicas de escalada en granito y luego poder aplicarlas en otras paredes de la zona.
Es importante vendarse las manos y llevar ropa o muy resistente o a la que le tengamos poco aprecio. Los pantalones Levitation de OS2O destacan por lo primero y después de unos cuantos off-widths siguen estando como el primer día.
En Vedauwoo también hay que tener en cuenta la altura, estamos casi a 3000 m y nos sofocaremos antes de lo previsto. Las posibilidades para acampar son interminables y no hay nada mejor que una buena hoguera y una cerveza artesanal para despedir un fin de semana de grandes sensaciones.
Continuará…
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