Hace cosa de un año compré una serie de libros sobre escalada, concretamente sobre entrenamiento, tanto mental como físico. En la primera página de uno de ellos aparecía como titular lo siguiente:
«ADVERTENCIA: LA ESCALADA ES UN DEPORTE PELIGROSO. PUEDES RESULTAR GRAVENTE HERIDO O INCLUSO MORIR. LEE LO SIGUIENTE ANTES DE UTILIZAR ESTE MANUAL.»
En ese momento, dibujé una sonrisa traviesa en mi cara mientras pensaba, si mis padres hubiesen leído esto allá cuando les fui con la cantinela de que quería probar eso de la escalada, ¿dónde estaría ahora?
Recuerdo que hace años, cuando era pequeño, aquí en Daroca sí querías practicar un deporte como actividad extraescolar tan solo podíamos escoger entre fútbol sala y escalada. Muchos de nosotros probamos las dos cosas, y luego elegíamos. En mi caso, dado que nunca he sido muy hábil con los pies, me decante por la escalada como actividad principal. La verdad es que era mi preferida, y el hecho de que mis tíos fueran activos escaladores me producía gran admiración. Los primeros años, hasta los catorce más o menos únicamente íbamos a escalar al plafón y algún fin de semana a la roca, a las zonas próximas de Torralba de los Frailes, Morata de Jalón y Pozo Verde, con el fin de pasar un buen rato, y sobre todo de aprender de la mano del incansable José Moreno, al cual muchos le debemos mucho de lo que hemos aprendido.
Al principio esta actividad la concebí como una más, algo que me entretenía, que me divertía, que me retaba constantemente. Y es que la escalada trata de eso, de ir adaptándote contínuamente a las exigencias de la pared, te obliga a aprender a controlar tu cuerpo, a concentrarte, a enfocar la energía, muchas veces, en tres o cuatro movimientos. No solo se trata de llegar escalar y marchar, ¡no! Nos enseña a convivir en y con la naturaleza, a respetar al entorno y a los compañeros.
Personalmente creo que para practicar la escalada y cualquier actividad que incluya al medio natural es necesario, en primer lugar, la comprensión de los valores y luego pasar al lado deportivo. Sin lo uno, lo otro no se disfruta y hace que otros tampoco lo puedan disfrutar.
Dentro de todas las posibilidades y modalidades que nos ofrece este deporte, a la que le dedico más energía y tiempo es a la escalada en bloque. Muchos pensaran que «¿qué puede aportar el subirte a piedras?» Una buena respuesta sería: «prueba a subirte a una de estas, una que te haga caer alguna vez antes de coronarla y luego responde tu mismo«. No se sí puedo dar una respuesta objetiva, pero lo que sí puedo decir que una simple piedra te obliga a dar lo mejor de ti en muy pocos metros y movimientos, se trata de un acertijo que tienes que resolver, usando tu cuerpo, para poder ponerte de pie encima de él y solucionarlo. Muchos de esos problemas conllevan mucho esfuerzo y tiempo, y cuando consigues ponerte encima de uno de ellos experimentas una enorme satisfacción, la misma que te hace ir a buscar uno nuevo y más difícil. Esto, para mí, es un círculo vicioso que hace que desde que finalizas de escalar un domingo, estes tachando los días y pensando en volver el sábado a continuar descifrando acertijos.
Un saludo a todos 😉
Deja una respuesta