Por Carlos Garrido del OS2O Alpine Team
Aventura es lo que deparará esta pared a cualquier visitante que se atreva a recorrer alguna de sus interesantes líneas, y aquí os dejamos un poco de información para ir abriendo boca. La Peña de Sin o Peña Artiés, es una impresionante mole calcárea con vetas de arenisca, ubicada en pleno Pirineo, bien visible desde la carretera que sube al bucólico pueblecito de Plan desde la carretera A-138 que lleva de Aínsa a Bielsa.
Como decimos, desde la misma carretera al pasar los túneles se nos aparece a la izquierda este gran farallón de roca, casi siempre bien escoltado por la cantidad de aves que frecuentan la zona. Pese a la cercanía del asfalto, el entorno y ambiente en la pared es auténtico y salvaje. El muro tiene una longitud que rondará el kilómetro, y altura más de la que nos pueda parecer. Sus itinerarios rondan entre los 520 metros de “Les Gens du Voyage” y los 200 metros de “Barbarie Liberale”. El acceso, sencillo y corto en general cuyas máximas dificultades son una pedrera bastante inconsistente o alguna zona con prominente vegetación pinchuda. Nos podrá llevar según el objetivo elegido entre 15 minutos y media hora.
La tónica general de Peña Sin es la buena roca, lo cual no quiere decir que no encontremos tramos descompuestos o herbosos. Sus vías abiertas hasta ahora con mayor o menor modernidad recorren placas, diedros, fisuras, desplomes y hasta chorreras, dejándonos todo un gran repertorio de gestualidad y estilos de escalada, manteniendo siempre el sabor de la aventura en cuanto a la ética del lugar. Vías abiertas desde abajo, con compromiso y el menor número de anclajes fijos.
Sin duda con estos ingredientes muchos os preguntareis cómo una pared tan accesible puede ser tan desconocida y poco frecuentada. Sin duda su orientación tiene mucho que ver, cara Este muy soleada y calurosa desde primera hora de la mañana, pero en la que a mediodía nos abandonará el astro rey para dejarnos en umbría pirenaica, casi siempre con un ligero aire que se cuela en las entrañas. Otra de las razones de la escasa afluencia de escaladores es porque no hay vías fáciles, de hecho hasta las que puedan parecer fáciles no se deben menospreciar. Nos son pocos los aperturistas que no cejan en su empeño de encontrar una clásica, pero es una pared que no regala nada. De todas formas pese a la escasez de información acerca de esta fortaleza son muchas las vías que recorren sus muros, aunque sólo unas pocas se van repitiendo habitualmente.
Por ir nombrando alguna de ellas, quizá sea “Stupeur et Tremblements” la vía insignia de esta gran pared. Pero el nombre lo dice todo y más teniendo en cuenta al padre de la criatura, Christian Ravier, prolífico escalador del país vecino que ha encontrado en esta pared uno de sus patios de recreo favoritos, pues es el aperturista con mayor número de vías abiertas en sus muros. “Stepeur et Tremblements” con sus 450 metros de exigente escalada, probablemente generará en cualquier escalador que se precie un cosquilleo similar al que habrá sentido su aperturista, vía excepcional ya liberada, que con buena roca y pocas repeticiones no deja indiferente a nadie, por mi parte en la lista de pendientes y supongo que todavía por un tiempo.
Otros de los itinerarios propuestos por el talentoso aperturista francés son “Barbarie Liberale”, “Operación Puñetazo” y “Dopé au Magret”. Vías éstas más cortas pero no por ello carentes de dificultad y compromiso.
Siguiendo con obras de Ravier tenemos sus hermanas mayores, “L’Usage du Monde” y “Les Gens du Voyage”, ésta última que con 520 metros ostenta la mayor longitud de la pared siendo una vía que recorre impresionantes paños de roca y fisuras, ya apuntada en la libreta de “proyectos”, sabiendo que costará decidir cuál será el momento adecuado para enfrentarse a su 7a obligado con el sello Ravier/Martín Elías.
Recientemente hemos escalado “L’Usage du Monde”, 350m ED+ 7a/A1, vía de la que desconocíamos repeticiones o referencia alguna y que aprovechando este artículo pasamos a describir brevemente. Se trata de una buena vía sobre buena roca en general, con cortos tramos descompuestos en los que poner especial atención. Como siempre que se trata de una “Ravier”, nos obligará a sacar el periscopio y navegar, escalar con templanza y decisión frecuentemente con el último seguro unos metros bajo los pies y sobretodo ser hábiles en la gestión de las cuerdas y el emplazamiento de las protecciones sino queremos sufrir más de la cuenta llegando a las reuniones con el arnés por los tobillos. Por ello puede ser interesante montar alguna reunión a mayores de las propuestas. Tampoco está de más llevarse algún clavo y maza, especialmente para el largo de artificial. Muy recomendable también manga larga y pantalón largo si no queremos sufrir en nuestra piel los rigores de la vegetación mediterránea, yo con los Tech Stretch Pants y la Hoka Pullover subí encantado.
Otro escalador que ha dejado su huella imborrable en esta pared es Josema Jarrín, un oscense aventajado a su tiempo que tuvo la osadía de ser de los primeros en enfrentarse a esta pared, nada menos que en solitario y para más en pleno verano. “Casa Buil” y “Venganza” son su legado, vías largas por itinerarios elegantes y directos en las que no debemos dejarnos engañar por la aparente sencillez en el grado propuesto. Hemos de tener en cuenta que “Casa Buil” ha sufrido un importante desprendimiento en sus últimos largos, los cuales ahora suponen una incógnita que sin duda añade aventura y compromiso.
Ya de corte más moderno, pero no por ello sencilla tenemos “Hugo, the Little Good”, vía de cuyos aperturistas nos podemos esperar dificultad y no más del necesario equipamiento. Recorre los imponentes muros desplomados de la zona izquierda de la pared, con numerosos largos de séptimo grado que sin suda dejarán los antebrazos “a gusto”.
Otra vía que tuvimos el placer de intentar el año pasado, pero que la meteorología nos impidió terminar es la “Caçadors d’Estels”, 370 m ED 6c/A1 ó 7b+. Posiblemente de las rutas más hermosas de la pared, obra de un auténtico cazador de estrellas como es Albert Salvadó. El segundo largo es toda una joya de diedro que ya nos pone en el sitio y de ahí para arriba no hace más que mejorar el placer de la escalada, con pasos, movimientos y secciones de lo más variado sobre roca excelente con el justo equipamiento.
Siguiendo con vías de corte moderno tenemos “Itinerance” 300m 7b ó 6b/A1 obligado, la cual posiblemente se esté convirtiendo en la clásica de la pared. Su longitud, la calidad de sus largos y el equipamiento son los ingredientes que favorecen un mayor número de repeticiones. Tuvimos el placer de repetirla hace escasos días y podemos confirmar que se trata de una preciosa ruta tampoco a menospreciar. Como ya dijimos, no hay vías fáciles en Peña Sin y sin ir más lejos sufrimos, por lo visto, una frecuente embarcada en el último largo con la consiguiente pérdida de tiempo y reunión improvisada al gusto de nadie.
Otra de las razones que otorgan aventura y complejidad a esta magnífica pared es su descenso, más largo y laborioso de lo que pueda parecer. Salvo en las pocas vías que aparecen reseñadas como rapelables nos espera un descenso matojero buscando, en función de la vía que repitamos, la cumbre o el límite de la pared en dirección norte, hasta cruzarnos con el sendero PR que sube la Peña Artiés desde Serveto o Plan. Una vez en el collado que separa ambos valles, para retornar al coche hemos de coger el sendero que lleva a Plan y tras trazar una o dos zetas, buscar un nuevo sendero apenas marcado que nace en una de las zetas dirección al coche, bajo la propia pared.
En caso que nos sorprenda un inesperado calor o estemos en pleno verano huyendo de las altas temperaturas que dominan estos valles, tenemos una fresca y apetecible opción enfrente justo de Peña Sin, cara norte en la que nace otra pared nada desdeñable con buena roca y numerosos diedros donde el verano pasado se inauguró su primera ruta, la “X-Men Leñadores”.
Para mayor información os adjuntamos unas cuantas reseñas, a disfrutar!
Sergio
Genial el reportaje! Sólo un inciso: el nombre verdadero es ARTIÉS (como el pueblo de Valh d’Arán). Pena de Sin es lo que está entre Salinas de Sin y Sin, están los campos de Sevillún al lado, se sube por una pista que sale de las Leras. Mi familia es de Serveto y recuerdo perfectamente al escalador de Huesca que al final le puso el nombre de la casa donde se hospedaba a veces (Casa Buil). Recuerdo que muchos veces dormía en la pared. Espectacular!
Juan
GRAN REPORTAJE!!!!! Sois unos máquinas!!!