Por Raúl Macarro, «Mako», del OS2O Trail Team
Domingo, 26 de julio de 2020. Podría haber sido un día cualquiera en la vida de Kiko Navarro. Podría haber sido un día más porque el despertador sonó a las 4:45 y Kiko se levantó sin hacer mucho ruido para no despertar a los tres peques de la casa. Se preparó un café con leche y una tostada que dividió en dos para, en una parte, untarla con aguacate, tomate y una lonchita de queso, y en la otra, ponerle un poco de mantequilla y mermelada y acompañarla con un puñadito de nueces. Podría haber sido un día cualquiera porque se vistió de corto con su camiseta y sus pantalones de OS2O, y se fue hacia el balneario de Panticosa para subir una vez más al mítico Garmo Negro.
Cuando Kiko nos contó su idea, todos supimos que no venía de ahora, que no era algo nuevo, sino que rondaba en su cabeza desde hacía mucho tiempo. Creo que, sí a cualquiera de los compañeros del OS2O Trail Team nos hubieran preguntado con qué montaña identificábamos a Kiko, ninguno dudaríamos en decir: ¡GARMO NEGRO!
Tal vez, por ser el “tresmil” que más veces ha subido. Tal vez, por ser el “tresmil” de iniciación que él siempre nos recomienda a la tantísima gente que le pedimos consejos. Tal vez, porque posiblemente es la montaña en la que a más gente ha tenido que ayudar a bajar de allí y a muchos les ha salvado la vida. Tal vez, porque Kiko ya ganó la primera edición de la Ultra Valle de Tena con su famosa ascensión a esta cima del Pirineo. Tal vez, porque fue el más rápido en el tramo cronometrado desde el balneario hasta la cima en la ultima edición de esta prueba, esta vez en la modalidad 4k. Pero por encima de todo, porque es el “tresmil” de su casa (con permiso de Peña Oroel), al que sube a primera hora de la mañana y está en casa para… desayunar.
Kiko, nos fue contando la evolución de su reto desde que empezó a prepararlo. Desde que se veía muy lejos de su mejor estado de forma y tienes la sensación de que no la vas a coger, hasta los últimos detalles del día previo. Había un nevero que en estas fechas no debería estar allí, pero este año no se había derretido todavía. Esto le preocupaba por diversas razones. En primer lugar, si decidía hacer una parada para poner crampones, le ralentizaría. En segundo lugar, si decidía no poner crampones y esquivar el nevero, alargaría la ruta y por tanto el tiempo final. Por último, la opción restante era pasarlo sin crampones, lo que al ir con más cuidado de no resbalar, podría restar también demasiado tiempo.
Durante la última semana, este nevero se redujo lo suficiente como para decidir que con su experiencia, el cruzarlo sin crampones era la opción más rápida sin perder seguridad ni apenas ritmo. Cuando le pregunté que, si quería, por si acaso, tener unos crampones justo al inicio de esa zona conflictiva me respondió que no con una seguridad, que en ese momento tuve claro que tenía absolutamente todo controlado al milímetro. Ese «NO» me transmitió mucha seguridad en sí mismo. Aún cuando recuerdo esa cara de seguridad en su respuesta vienen a mi cabeza imágenes de Kiko en mitad del Garmo. Parado. Observando el estado de una ruta, viendo la evolución de ese nevero, calculando y midiendo cada milímetro… ¡TRABAJANDO PARA CONSEGUIR EL ASCENSO MAS FAST&LIGHT QUE JAMAS HA HABIDO EN ESA MONTAÑA!
Como he dicho, podría haber sido un día cualquiera en la vida de Kiko, pero aquel día que se levantó a las 4:45 sin hacer mucho ruido para no despertar a los peques de la casa, se unto media tostada con mermelada y la otra media con aguacate y etc etc…. pero ¡NO! ¡No iba a ser un día cualquiera! De hecho, lo primero que hacía presagiar que iba a ser diferente era que parte del OS2O TEAM habíamos partido rumbo a la cima mucho antes que él. Unos antes y otros después, todos con la intención de tener margen para llegar antes que él y poder apoyarle, aunque a muchos nos resultó imposible.
Yo me encontraba aún antes de aquel famoso nevero cuando aparece serpenteando subiendo las zetas de unos de los tramos de piedra muy suelta en los que muchas veces andas para atrás. ¡Inconfundible! su uniforme de pantalón y camiseta que no suman 150gr (Fast&light Shorts + Ultra Lite t-shirt), con una técnica perfecta de bastoneo con esos palos que usa en sus competiciones invernales de esquí de travesía y que, aunque le quedan un poco grandes, son sus bastones y los maneja a la perfección. El silencio a esas tempranas horas a 2700m era absoluto, y era espectacular escuchar el sonido de su respiración. ¡EL SONIDO DEL ESFUERZO EN LA MONTAÑA!
Mirar, gritar, animar, admirar y aprender…los pocos minutos que tuve a Kiko en mi campo de visión sirvió para todo eso. Cuando llegó a la altura a la que yo estaba, le ofrecí solo una vez agua y dátiles. Solo una vez porque como ya me había dicho que subiría sin agua y llevaría un gel con esa seguridad de tener todo controlado, sabía que no sería necesario volver a insistir.
Su cara reflejaba compromiso. Compromiso no solo consigo mismo, sino con lo que el defiende, con sus ideas. Un compromiso que quedará guardado en mi cabeza como un sonido… ¡EL BRUTAL SONIDO DE ESFUERZO RETUMBANDO EN LA SOLEDAD DE LA ALTA MONTAÑA!
Si yo ya estaba asombrado con aquel espectáculo, todavía me quede más boquiabierto cuando Kiko cruzó aquel nevero a un ritmo espectacular y según sale de él, en un repecho que ni siquiera podría decir que porcentaje de desnivel podría tener, empieza a trotar. Cuando más se estaba esforzando, sacaba fuerzas para en ese tramo conseguir ganar tal vez 1 o 2 segundos. Esa fuerza no es física. Es fuerza la aporta el compromiso, la pasión, el amor propio y el orgullo. Es uno de esos esfuerzos que no son acordes con lo que consigues con ello en cuanto a que el sobre-esfuerzo es demasiado para tan solo dos segundos, pero que una vez hecho, te aporta una satisfacción personal mucho mayor al esfuerzo realizado.
Algunos miembros del OS2O Trail Team le esperaban arriba, para animar en los últimos metros. Supongo que ellos disfrutarían tanto o más que yo de ese espectáculo de esfuerzo por parte de Kiko. Además, ellos con el aliciente de ver como un compañero de equipo, amigo y figura en la que fijarse coronaba esta mítica montaña de la manera más rápida que jamás se había hecho.
¡Llegué el último a la cima! Mis compañeros ya estaban allí todos. No tuve que preguntar si Kiko lo había conseguido o no porque su cara de «normalidad» me lo dijo según le vi. Sereno, tranquilo, aún concentrado y feliz. Esa era su cara. Crono detenido en 1h05min41seg y récord de ascensión al Garmo Negro desde el Balneario de Panticosa.
El tiempo justo en la cima para hacernos fotos de equipo y a descender enseguida porque a 3000m a esas horas de la mañana, el frio se hace notar. Es una de las cosas que tiene el FAST&LIGHT. Rápido, si. Ligero, si. Pero en continuo movimiento para usar el propio cuerpo de termorregulación.
Vuelvo a quedarme en la cola del pelotón para el descenso, pues ahora mismo solo puedo intentar ser LIGHT pero no FAST como ellos. Mi situación es privilegiada, estoy en la cima del Garmo Negro, viendo como un grupo de amigos y compañeros de equipo descienden por la pedrera en forma de continuas zetas. Uniformados, bastoneando todos ellos con gran técnica, sorteando ese difícil terreno con mucha armonía y sintonía tanto entre ellos como con la montaña. Quizá para mí es una de las imágenes que más huella han dejado en la cabeza de este día, el día en el que Kiko saco la artillería pesada en forma de orgullo y el resto de equipo funcionamos como los soldados que debíamos ser. Cada uno implicado y orgulloso de su papel.
Podría haber sido un día cualquiera en la vida de Kiko porque al bajar de aquella montaña y de aquella manera, se tomo unas cervezas con sus amigos. Tan normal como un día cualquiera en los que aparte de las cervezas también pide un paquetito de «palitos salados». Podría haber sido un día cualquiera en la vida de Kiko porque ese mismo día, comió con su familia o porque por la tarde se fue a las pozas a bañarse con su mujer y los peques. Podría haber sido un día cualquiera en la vida de Kiko, porque por la noche se fue a cenar una hamburguesa con su mujer a su lugar favorito donde, además, los peques babean con los huevos con patatas. Pero no, fue el día en que Don Kiko Navarro batió el récord de ascensión al Garmo Negro.
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