Transgrancanaria Advanced: Matar o Morir

Por Raúl Macarro, Mako, del OS2O Trail Team

Me habían preparado para estar en esa línea de salida de la manera en la que mejor me siento: libre, tranquilo, confiado, posiblemente en el mejor estado de forma de mi vida. Más rápido que nunca, alegre, sin nervios, sin dolores ni molestias de ningún tipo y en un momento de mi vida emocionalmente muy fuerte. Había disfrutado mucho del camino hasta aquí.

Unos meses en los que el tipo de entrenamiento que estábamos haciendo era exclusivamente pensando en dar el máximo rendimiento posible en este objetivo que se me había metido en mente. Durante estos meses, he mantenido una mentalidad competitiva muy fuerte. Peleándome conmigo mismo en cada entreno para ir mejorando los números, e intentando también tener hasta el último y más mínimo detalle controlado antes, durante y después de la carrera, algo que me motivaba mucho. Reconozco que en algunas carreras me he presentado en la línea de salida sin saber el perfil de la prueba, sin preocuparme de que tramos de la carrera son más rápidos, más técnicos, dónde están las subidas más complicadas o simplemente en que km está cada avituallamiento. Pero esta vez, toda esta preparación de «papel y boli» me hacía pasármelo muy bien, me divertía, me motivaba, me hacía ganar confianza en mí mismo y me aportaba esa sensación de tranquilidad de saber que «todo tenía que ir bien».  Estudiábamos los números de los entrenos y los datos de carrera y veíamos claramente que podría recorrer esos 65km en algo menos de 6h. Si conseguía llevar el plan a la perfección, ese tiempo podría servir para pasar por el arco de meta en una de las posiciones «privilegiadas» de la carrera. Y digo «podría servir» porque en mi mano estaba conseguir ese tiempo, pero lo que yo no podría controlar era la carrera que conseguirían hacer el resto de corredores. En definitiva, me colocaba en esa línea de salida con la divertida mentalidad de «MATAR O MORIR». Sin medias tintas. Tenía una oportunidad de hacer algo grande, pero sabía que, para eso, tenía que arriesgarme a «fallar» por correr al límite de mis posibilidades. Esa idea de «fallar por intentarlo» me hacía sentir muy motivado. Estaba ilusionado y tal vez equivocado por querer competir con/contra “la elite de este juego”: «MATAR O MORIR», «MATAR O MORIR», «MATAR O MORIR» «MATAR O MORIR». Pero siempre divirtiéndome. Al final ni «MATÉ», ni llegue a «MORIR» del todo.

‌La diversión de prepararte llevando tu ideología al extremo: preparación minuciosa

‌Durante los meses previos, pasaba por la báscula antes y después de cada entreno de carrera, anotaba la perdida de peso, controlaba la ingesta de líquidos durante la salida y calculábamos en base a ello, la cantidad de hidratación que necesitaría para rendir al 100% sin portar peso innecesario en forma de ml. Había decidido qué zapatillas usar meses antes. Usé las zapatillas elegidas durante unas pocas salidas para tenerlas en el punto óptimo. Lo justo para hacerlas al pie, probar diferentes tipos de lazadas y desgastar la suela un mínimo para darle un pequeño rodaje y mantener su agarre y prestaciones intactas.  Cuando pensé que estaban en el punto perfecto, las reservé en el armario esperando su momento.

‌El reglamento exigía como material obligatorio recipientes de líquido con capacidad total de 1,5l, es decir, 3 botellines blandos. Los estudios previos decían que debía ingerir 300ml de isotónico/h, pasando a 350ml/h a partir de las 2h porque a partir de ahí, estaría expuesto a más calor y humedad, y por lo tanto más sudoración y pérdida de sales y electrólitos. Estoy acostumbrado a entrenar con un botellín de mano, pero sin mochila (American Style ?), y quería correr lo más cómodo y libre posible por lo que decidí llevar un botellín de 600ml en la mano y dos en los bolsillos delanteros de la mochila, pero vacíos. Uno de ellos llevaba unos 150ml de agua como emergencia. Esos 600ml me llegarían hasta el 2° avituallamiento donde Bernat me asistiría y me daría un botellín nuevo con el que hidratarme hasta el siguiente punto. Desde aquí y hasta meta, un último botellín sería suficiente para llegar bien hidratado hasta el final. Por lo demás:

  • ‌Chaqueta impermeable OS2O Waterpoof Trail Jacket (140g) aún a sabiendas de que no la voy a usar.
  • ‌Linterna frontal (80g).
  • Tres pilas de recambio que había unidas con cinta americana.
  • Manta térmica.
  • ‌Mini móvil de 6cm x 3cm (58g).
  • ‌Un gel cada 45 minutos (no iba a parar en los avituallamientos). Junto con el isotónico, me aportaría los hidratos necesarios para trabajar de principio a fin a ritmos anaeróbicos. En total, ocho geles estratégicamente colocados a sabiendas del orden en que los iba a tomar, alternando sin cafeína, con 50mg de cafeína, con 100mg o con ¡¡¡150mg!!! para que no bajara el rendimiento.
  • Una cápsula de sales cada hora (en total cinco, la 6ª debía de ser en meta) para prevenir calambres y deshidratación.
  • Dos cápsulas de aminoácidos BCAAS cada 2h. En total cuatro, dos para tomar a las 2h y otras dos a las 4h de carrera.

‌No llevaba ni un gramo más de peso por si la carrera se me alargaba, ya que solo contemplaba la posibilidad de rondar esas 6h, y si no lo conseguía, sería por morir en el intento y acabaría retirado. Y además estaría llevando mi filosofía “FAST&LIGHT” de llevar el mínimo y esencial material para desarrollar la actividad, pero esta vez, en una competición de alto nivel. Todo listo:

  • ‌56kg en la báscula ⚖️
  • ‌Alimentación pre-carrera
  • ‌Mente limpia
  • ‌Ganas, muchas ganas… ?

La carrera: Transgrancanaria advanced (65 KM. DESNIVEL POSITIVO 2.550 M)

Debo reconocer que no me gustan esas salidas con mucho bullicio, mucha gente, muchos corredores, helicópteros, cámaras. Todo eso me incomoda. Sin embargo, tal vez por no ser circular y salir desde un pequeño pueblito alejado en la montaña, la salida iba a ser bastante más discreta de lo que esperaba. Salí fuerte como siempre, con mi apuesta darlo todo desde el principio. Se da un rodeo de 1km por el pueblo que estira al pelotón y se coge un sendero. Este tramo lo corro cómodo, llevar unos metros por delante del resto me aseguran no coger «atasco» cuando empiece el sendero y, de paso, arrastro a algún corredor a forzar su ritmo previsto.

Comienza el estrecho sendero y la primera subida. Serán unos 600m positivos en 6km, una subida para correr rápido. Desde que se pone cuesta arriba, estoy a la espera de que vaya apareciendo “la élite” de este juego y me vayan poniendo en mi sitio… el primero en pasarme es Tofol, toda una leyenda del trail. Me adelanta con un ritmo impresionante. Le intento seguir observándole, aprendiendo. Su forma de correr en subida, escuchar su respiración acorde con su zancada, su expresión de esfuerzo, la perfecta figura que se forma en su soleo, gemelos e isquios al estar la pierna en tensión, luce perfectamente delante de mí. Verle correr trasmite una armonía brutal. Un par de km después aparece Kevin Vermeulen del equipo ALTRA. A diferencia de mí, él pertenece a ALTRA ÉLITE. Es decir, es uno de los buenos, de verdad. Para mi sorpresa, iba a acabar esa primera subida junto a estos dos corredores. Aguantaba el ritmo que ellos imponían.

Primeros Km, disfrutando como un niño: Fast&light Shorts + Ultra Lite Trail Shirt + Teosocks trail + HeadBand OS2O

La bajada hasta el primer avituallamiento es muy rápida y, aquí, tengo que sacar las cualidades que he estado explotando durante estos meses de entrenos. Bajo rápido, al ritmo que tengo planeado, pero en las partes más técnicas noto que pierdo algo de ritmo. A mitad de bajada escucho que vienen corredores por detrás. No sé cómo de cerca o lejos, no sé cuántos son ni a qué ritmo bajan. Otros dos corredores de los consolidados en el trail y las ultras me pasan. Manejan el terreno técnico mejor que yo. Al primer avituallamiento llego en el grupo de los 5 primeros, a solo unos segundos de los 4 que están juntos delante de mi. Llego en el tiempo estimado de paso. Había calculado pasar por ese punto en el tiempo en el que pasó el grupo de cabeza del año pasado. ¡PRIMER OBJETIVO CUMPLIDO!

‌La carrera prosigue por sendas rápidas. Enseguida empieza la segunda subida. Esta es más dura, más desnivel en menos km y un terreno más empedrado hasta llegar al Roque Nublo, uno de los símbolos de esta isla. El grupo de delante me está cogiendo cada vez más ventaja. Los veo, pero esos pocos metros pueden ser ya un minuto de tiempo. No me preocupa en exceso, voy bien de fuerza, en mi tiempo y sensación de esfuerzo correcto. Coronas este punto y te lanzas sendero abajo hacia el 2° avituallamiento en el km 22. Llego a este punto en el tiempo que había calculado. Sí, desde hace meses estaba todo medido para hacerlo lo mejor posible, ahora, el día que había que materializarlo estaba saliendo la estrategia a la perfección. En este punto me espera Bernat, del ALTRA TEAM RED, que se había comprometido a ayudarme para rascar esos segundos que pierdes en parar a rellenar botellines, ya que si todo iba como estaba planeado, esos segundos podrían marcar una importante diferencia. Los 600ml del Softlask que llevaba en la mano habían servido para las 2h clavadas hasta este punto (había establecido 300ml/h durante las 2 primeras horas). Cambiamos los botellines en marcha, sin parar. Le digo que todo va sobre lo establecido y que nos veríamos en aproximadamente 2h 40min en el km 48. Hasta este próximo punto iba a necesitar más de 350ml/h por lo que necesitaría los 600ml de este Softlask, más los 150ml de reserva que llevaba en otro botellín.

Disfrutando de la carrera y del entorno: Fast&light Shorts + Ultra Lite Trail Shirt + Teosocks trail + HeadBand

A partir de aquí, casi todo el desnivel es negativo, quedan 44km con 800m positivos y unos 2000m negativos, lo que indicaba que podría sacar mis armas y mantener un buen ritmo desde aquí hasta el final. Mentalizado en que tenía que correr a tope a partir de aquí, empecé a encontrarme las primeras trabas. El terreno es más técnico de lo que yo esperaba. Enseguida me di cuenta de que había estado trabajando a ritmos muy altos, pero en un terreno bastante más sencillo del que tenía ahora mismo delante. Empecé a sentirme algo más lento de lo que esperaba. Los números, los cuales iba controlando en todo momento, no marcaban grandes diferencias a lo calculado. Sin embargo, la sensación si era de estar perdiendo varios segundos en cada km con respecto al resto de corredores. Además, las zapatillas elegidas -muy rápidas y ligeras- me estaban penalizando con tanta piedra, y en este punto tan temprano, llevaba ya bastante dolorida la planta del pie.

Una bajada bastante vertical por un terreno de «Calzada Romana» en continuas “zetas” hace que la sensación de no ir lo rápido que debería y los dolores por la poca protección de las zapatillas se amplifiquen. Además, otro de los grandes aparece detrás de mí, corriendo más rápido que yo. Me aparto a un lado para no obstaculizar su carrera y le doy paso. Intento seguirle. Siempre se va más seguro con alguien delante, teniendo una referencia. Sin embargo, no tarda mucho en cogerme distancia. Me voy dando cuenta de que había menospreciado el terreno. Esas bajadas a ritmos locos no los podía imponer aquí porque no era capaz de fundirme con el terreno a esas intensidades. Esos tramos llanos no eran siempre una pista por la que correr a todo lo que das. Tal vez, la cabeza empezó a agobiarse un poco al darse cuenta de que no era lo esperado.

Paso minutos de agobio al sentir que los tiempos de paso estaban empezando a retrasarse. El calor y la falta de «aclimatación» a las condiciones meteorológicas de esta isla no ayudan. Además, empiezan a aparecer algunos síntomas de los que ya estaba avisado de antemano: el cuerpo pide agua, agua y solo agua. Mi cabeza intenta engañarme y hacerme creer y que el agua es el alimento más rico del mundo. Estaba avisado por la persona a la que confío mi entrenamiento. Tenía que ser capaz de no hacer caso a mi cabeza y seguir bebiendo bebida isotónica en las cantidades que habíamos establecido. Os aseguro que el ansia por beber agua era muy grande e ir rechazándola te hacía sentir como si estuvieras perdiendo la oportunidad más grande de tu vida.

Intento compensar el tiempo perdido en las partes técnicas poniéndome a todo lo que puedo en las partes más rápidas y en una de las zonas más asequibles tropiezo con una piedra y tengo una caída bastante… “complicada” ???. Caigo sobre piedras, provocándome numerosas heridas por todo el lateral izquierdo y golpeándome la cabeza. Como acto reflejo me llevo la mano ensangrentada a la frente y sin quererlo impregno mi cara de sangre aparentando un golpe aún peor. El resto de corredores que se encontraban por allí vienen a ayudarme. La primera impresión es que el golpe ha sido tan «impactante» que me tengo que retirar. Sin embargo, mi reacción es la de levantarme y seguir corriendo lo antes posible para no enfriarme y no dejar que aumente el dolor, así que, entre gritos y cojeando, sigo con la carrera sin ser muy consciente de las consecuencias de ese golpe. Los siguientes km los iba a correr un tanto acobardado, sin arriesgar lo más mínimo, intentando restar tensión a esas partes donde es un continuo pisar incómodo, donde cada apoyo puede resultar un susto y hay que estar muy concentrado en cada zancada. Tras unos km donde voy reteniendo, vuelvo a coger confianza y, poco a poco, de manera inconsciente vuelo a soltarme, a ganar velocidad, a querer recuperar los cada vez más minutos perdidos, a ir más rápido, y por lo tanto a arriesgar más.

‌Cuando parece que he perdido otra vez el miedo a caer y he recuperado la confianza, llega la segunda caída, muy similar a la primera. Misma forma de tropezar, mismo tipo de terreno y misma forma de caer. De esas caídas en las que el pie se queda atrás, enganchas la puntera con una piedra, tropiezas, das unas cuantas zancadas con el cuerpo inclinado hacia delante intentando mantener el equilibrio, pero, finalmente… ¡CAES! Otra vez el golpe se lo lleva la parte izquierda del cuerpo (pierna, rodilla, cadera, brazo y hombro) y además me golpeo la cara contra una piedra de tal manera que hasta noto el rebote de la cabeza. El golpe fuerte fue tan fuerte en la mandíbula que, en un primer momento, pensé que me la había roto. Además, una raja que el pendiente me provoca en la oreja. No conforme con eso, en este golpe me había fracturado dos costillas, pero quizás por tener tantas partes del cuerpo doloridas, no fui consciente de tal gravedad. Desde el suelo levanto la mirada y lo primero que pasa por mi cabeza es que no veo dónde está el botellín que llevaba en la mano y que ha salido disparado. Tengo que encontrarlo porque si lo pierdo estaría incumplimiento el reglamento al no llevar recipientes con capacidad total de 1,5l. Señal de que la cabeza sigue en modo competitivo. Nunca achaco este tipo de «incidentes» a la mala suerte. Las caídas no suelen ser acciones fortuitas. No las interpreto como que pasaba por allí y me ha tocado, sino como una falta de armonía en la conexión velocidad-capacidad-terreno. Las dos caídas fueron un claro ejemplo de que no tuve la capacidad de fundirme con ese tipo de terreno a la velocidad que pretendía hacerlo. Eso es arriesgar, correr por encima de tus capacidades. En este caso, de mis capacidades «técnicas».

Vuelven otros km en los que corro acobardado. No quiero más caídas de estas. Sobretodo, este último golpe y el sentir como la cabeza rebota contra una piedra me había impactado bastante. El correr es cada vez más desagradable. No tanto por los dolores, pues al no dejar que el cuerpo se enfríe, es bastante soportable. El mayor problema es que la cabeza ya no disfruta. El clima, la sed, el paisaje ya no resulta agradable ni bonito. Todo se junta. El saber que has perdido un tiempo que no querías perder y que la carrera no va como quieres. Había venido aquí, a “MATAR O MORIR” ¿no? Bien. Lo claro es que no estaba matando. Me quedaba morir. Pasan los km corriendo por inercia, sin disfrutar. Modo «Save the challenge» activado. En un castellano menos elegante, modo «Te jodes y sufres». Yo me lo había buscado…??

Solo quiero que pasen los kms rápido. Sé que de aquí a meta no voy a disfrutar. Me sorprende alcanzar a uno de los corredores que me había dejado atrás hace ya bastante. Si mis sensaciones eran de ir lento, él está corriendo bastante más despacio que yo. No creo que esté en buenas condiciones porque de lo contrario, no le habría dado caza. Le pregunto si todo va bien, me dice que sí, y compartimos unos cuantos km abriéndonos paso entre los numerosos corredores rezagados de otras distancias con los que compartimos recorrido. Llegamos juntos al avituallamiento del km 48Está Bernat con el bidón preparado para lanzarlo y darme una referencia de los de delante. Pero antes de darle el que traía ya vacío, lo relleno de agua y bebo de golpe un litro. Aún tengo la cabeza suficientemente “apta” para saber que a pesar de esa agua tengo que seguir ingiriendo la cantidad de isotónico «pactada». Hablo con Bernat, él nota que algo no va bien. Protesto, le cuento mis caídas, le cuento mis desagradables sensaciones. Lo nota. Creo que no identifica ese comportamiento en mí porque a pesar de no conocernos demasiado en persona, formamos parte de un equipo donde hablamos e intercambiamos ideas y filosofía sobre nuestra visión de la montaña, de las carreras. Y yo, lejos de correr con esta antipatía que estaba mostrando, lo suelo hacer con una sonrisa incluso en los momentos más duros de las carreras. Es mi pasión.

Es el momento en el que interviene para salvar mi carrera. Sale conmigo trotando del avituallamiento, me acompaña durante esta subida. Es una subida fácil, una pista de grava ancha, con una pendiente asequible para correr en todo momento. Pero yo no quiero correr, no sé qué es lo que realmente me pasa. Pongo excusas: los golpes, el dolor, la fatiga, el calor, pero nada de eso es real. Tengo fuerzas para apretar si quiero (pero no me apetece), he comido según lo pactado, me he hidratado correctamente (aunque tenga sed). En ese momento no era consciente ni capaz de encontrar el motivo. Creo que lo que me impide correr es la cabeza, la sensación de no estar haciendo la carrera que tenía pensada. Ni competitivamente, ni sobretodo, y más importante, en cuanto a sensaciones. Paro y ando por momentos, dejo escapar al chico con el que he llegado al avituallamiento, me adelanta otro corredor mientras yo camino. Sube trotando suave y sin sensación de esfuerzo. Así es como debería estar corriendo yo en ese tramo, me identifico por completo con su forma de correr. Me encontraba totalmente fuera de mi esencia, absolutamente fuera de mi zona confort. Es extraño porque esta es una situación que busco casi a diario en los entrenamientos. Siempre digo que solo se mejora y se progresa fuera de tu zona confort, y busco y disfruto de conseguir pasar el mayor tiempo posible en ese estado. Lo busco y disfruto en cada entrenamiento. Esa incomodidad, esa especie de agonía, esa sensación de ser imposible lo que vas a hacer y hacerlo, esa sensación de no poder más y conseguirlo ¡¡LA HIPERVENTILACIÓN!! Sangrar y sangrar ácido láctico…??

«Matar o morir»

Sin embargo, no lo disfruto tanto en competición. Quizá ese «estrés competitivo» que hay en mi cabeza hace que esta sensación produzca más agobio que satisfacción. Bernat me anima a seguir, a trotar, intenta que vuelva a coger la dinámica de carrera, que no me venga abajo. Realmente el tiempo de carrera es bueno a pesar de no ser el que esperaba. Si nos centramos en el ámbito puramente competitivo, habíamos llegado a este punto el 4° y 5° clasificados juntos y mi cabeza no se estaba conformando con lo que allí estaba ocurriendo y no lo estaba dando por bueno. En ese tramo de «pataleta» dejé escapar al 4° clasificado y me adelantó y dejé escapar también al 5º. Incluso hubo un punto mientras Bernat me acompañaba en el que paré y retrocedí unos metros para atrás de vuelta al avituallamiento para retirarme. Este comportamiento fue el punto de inflexión. Paré, me volví a girar, pensé y le dije que tenía que acabar esta carrera. Me había estado esperando en dos puntos de la carrera solo para darme un botellín y que yo no me agobiase parando a rellenarlos. Y yo le estaba devolviendo una pataleta.

Mi esfuerzo es la única forma de pago que tengo a quien se ha involucrado conmigo en diferentes aspectos durante el proceso que dura una carrera desde que la preparas hasta que acaba, en meta o retirado. Y a todos ellos les dije que me comprometía a esforzarme al 100%. Tal vez, una retirada no sería fallarles a ellos, pero sería fallarme a mí mismo y en ese momento, habría sido egoísta por mi parte. Además, aparte de las caídas, las numerosas heridas, la oreja rajada, el golpe en la mandíbula, el de la cabeza, las dos costillas fracturadas, la planta del pie morada, el no estar en el tiempo deseado, el calor, la humedad, el paisaje y el terreno que hacía muchos km que dejó de ser divertido, seguía estando «incómodo», sin disfrutar. Y ese no era motivo para dejarme caer y retirarme.

Saco algo de orgullo, y aunque no estoy ni en las mejores condiciones físicas ni mentales, me obligo a hacer los 17 km restantes a meta. Sé, además, que vienen unos km muy malos: un barranco, unos cuantos km por un río seco en el que vas corriendo muy despacio entre piedras y cada pisada es peligro de hacerte daño o torcerte el tobillo… y después, otros tantos km por algo parecido a un paseo de playa, entre hoteles y resorts que desembocan en 800m finales por la arena de la playa hasta la meta. Ya imagináis que a cualquiera a quien le apasione la montaña este no es el mejor escenario para correr, y más cuando vienes «tocado» de toda la carrera.

Cumplo. Puro trámite… eso que a veces decimos de… «En ocasiones tienes que hacerlo y punto». Sé que cuando todo acabe, agradeceré haber terminado la carrera y es mi consuelo. Cruzo el arco de meta: 6h 19min.

6h19min, 6ª posición

Realmente son esos 19 min los que se me han escapado de mi mejor previsión. Sexta posición. La clasificación ha sido muy buena con el nivel de corredores que había. Todos los que están por delante de mí son corredores más consolidados, experimentados, y con mejor currículum y rendimiento que yo. Y por detrás de mí también hay algún representante más de este grupo. Tras cruzar la meta me siento junto a los dos corredores que han precedido. Me quedo a la sombra y en la misma posición unos largos minutos hasta poner el cuerpo en calma. La calma solo dura unos minutos. Hasta que comienzo el recuento de daños.

Recuento de daños… heridas de guerra

Pasado el tiempo y analizada la experiencia, esto es un CONTINUO APRENDIZAJE. Pasado el tiempo y analizada la experiencia, DOY GRACIAS POR SALVAR MI CARRERA Y MANTENER FUNCIONANDO UN TROCITO DE MI ORGULLO.

Muy bueno tienen que ser el detergente…para lucir la Ultra Lite Trail Shirt

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3 comentarios

  1. Hola fabulosa retransmisión para los q nos gusta el trail.animo Jordi y te veremos pronto.un abrazo.

  2. JESUSIN SAINZ-EZKERRA

    Eres un CAMPEÓN, LO LOGRADO TE DEBE LLENAR DE ORGULLO. UN APLAUSO. NOs veremos por el paga y ganeko cuamdo pase el estado de alarma y te recuperes

    • pasado el tiempo y analizada la carera y la preparación para llegar hasta esa salida,ha sido un proceso donde he disfrutado, aprendido y mejorado, así q si. Orgulloso del trabajo. Nos vemos enseguida en nuestro jardín!!!!

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