El arte de subir alto, rápido y ligero (del alpinismo al running-alpinismo)

El estilo alpino en las altas montañas (Messner, eterno rebelde)

El punto de partida histórico y filosófico del running-alpinismo  es el estilo alpino, sus principios son sencillos, tratar de subir una montaña de lo forma más natural posible, el alpinista solo lleva aquello que puede cargar en la espalda. Menos material, más compromiso.

 

Peter Habeler y Reinhold Messner llevaron el estilo alpino a un nuevo nivel, cuando realizaron ascensos rápidos en rutas de alta dificultad, de la pared norte del Eiger, 3970m (1974; escalada en 10 horas), el Hidden Peak, 8068m (1975; considerado el primer ochomil escalado en estilo alpino) a la cima del Everest sín oxígeno, 8848m (1978; en la época se creía que era imposible).  No en vano, cuando Messner y Habeler escalaron el Everest sin oxígeno más hombres habían pisado la superficie lunar. El salto cuantitativo de Messner y Habeler estableció las nuevas normas, y sobretodo abrió una nueva puerta a la experimentación y a la creatividad de los alpinistas.  Fue el propio Messner, quién en 1980 volvió al Everest, esta vez por su vertiente norte para realizar el primer ascenso en solitario, en los años 80’s los ascensos en solitario significaban estar de verdad estar “sólo” en la montaña, consciente de lo esencial de la ligereza, Messner, maestro en escalar lo más con lo menos, dejó la linterna frontal en el campamento base, 33 años después de esa hazaña, no hay manual de alpinismo que bajo ningún motivo recomiende prescindir del frontal, menos material, máximo compromiso.

 

El ascenso exprés (Wielicki, el cohete polaco)

La distancia entre los ascensos en estilo alpino y los ascensos en solitario a toda velocidad era mínima,  en invierno de 1980, el monte Everest sería el escenario de otra hazaña, Krzysztof Wielicki y Leszek Cichy realizaban el primer ascenso invernal a un ochomil.  El propio Wielicki, descubrió que poseía una especial capacidad para los ascensos de velocidad en grandes alturas, con él puede decirse que nació el ascenso exprés, el año era 1984, la montaña el Broad Peak, 8047m , el resultado fue un ascenso (campo base-cima-campo base) de 16 horas con un descenso de 6, fue así como se escaló por primera vez una montaña de más de ochomil metros en un solo día, desafío que aún en el presente se encuentra al alcance de muy pocos, solo los grandes nombres del alpinismo han podido repetir la hazaña, entre ellos Carlos Carsolio (Cho Oyu, 8201m, 18 horas 45 minutos) e Iñaki Ochoa de Olza (Shisha Pangma, 8013m y  Dhaulagiri).

 

De las altas montañas a las rutas difíciles

El estilo alpino, los ascensos exprés y el running-alpinismo están ligados a la renuncia de material, siendo la ligereza no solo una parte esencial de los ascensos sino también de la seguridad, la premisa del “ataque rápido” muy bien explicada y desarrollada por Mark F. Twight en su libro Alpinismo Extremo (1999) establece que cuando se va rápido y ligero “tienes que llegar hasta arriba o bajarte al primer signo de que algo, por pequeño que sea, vaya mal. Este estilo exige aceptar un riesgo grande y por tanto se tiene que asumir una gran responsabilidad¨.  Twight, eterno punk rocker  y “maestro” del estilo alpino extremo (muchas de sus vías siguen sin repetirse), aprendió lo importante de la velocidad en las aproximaciones a las paredes, es decir la rapidez en el terreno poco técnico, su entrenamiento, que ha sido una revolución, incluía sesiones de fuerza y resistencia propias de un atleta de alto rendimiento, sus métodos de preparación para ascensos comprometidos resultaron tan efectivos que ahora es el fundador de un prestigioso centro de entrenamiento (Gym Jones).  El principal exponente del alpinismo extremo de velocidad es el suizo Ueli Steck, sus ascensos son la máxima expresión de la ligereza y la rapidez en terreno de gran dificultad técnica.

 

El Skyrunning

Los ascensos de vías técnicas, solo son una parte del juego, paralelamente se encuentran los ascensos de velocidad a vías de dificultad media, en dónde la premisa es subir lo más rápido posible, a diferencia de las escaladas técnicas, aquí lo más importante es la velocidad pura. Uno de los representantes más activos de esta disciplina es el austriaco Christian Stangl. Como todos aquellos alpinistas de ascensos exprés, Stangl comenzó practicando el estilo alpino, luego sus condiciones físicas y sus motivaciones dieron paso a lo que él denomina el Skyrunning, ascensos campo base-cima-campo base, siempre en solitario.  Su ascensión al Everest, por la arista noreste le llevo a escalar 2400mD+, una distancia de 10 km en 16 horas y 42 minutos, una velocidad vertiginosa, considerando que se encontraba a más de 8000 metros de altura, proeza que obviamente realizó sin oxígeno suplementario. Al igual, que Twight y Steck, Stangl utiliza un sistema de entrenamiento especializado para dichos ascensos, una carga semanal de 20 horas a una intensidad sostenida correspondiente a las 164 ppm, entre sus ejercicios se encuentra el subir una montaña arrastrando una rueda de tractor de 30 kg.

 

Los corredores por montaña (Kilian Jornet, el atleta de las montañas)

Stangl, es el eslabón que une a la antigua escuela del estilo alpino con la nueva escuela de los corredores de montaña, siendo el austriaco un alpinista antes que un corredor. En el otro lado se encuentra Kilian Jornet, el ícono de las carreras por montaña (en esquís y zapatillas), quién de la misma forma que Steck en el alpinismo extremo, es la punta de lanza del skyrunnig-alpinismo por terreno técnico, su ascenso al Mont Blanc (4810m)  por la vía Innominata (1000 metros, pendientes de 60° y pasos de roca de V+) es un punto y aparte, no por las dificultades técnicas superadas, sino por la “extrema” velocidad. Atleta de elite, en un deporte en dónde aún no existen métodos de entrenamiento especializados para carreras de 160 km, le permiten hacer hazañas que  pertenecen a otra categoría, prueba de ello fue su descenso del Mont Blanc a Chamonix en 2 horas y 19 minutos. Kilian ha trasladado todas sus habilidades y capacidades de corredor al terreno alpino, la travesía de 42 km le llevó solamente 8 horas y 42 minutos.  Su gran técnica y sus capacidades físicas le permiten llevar a la máxima expresión la premisa de la renuncia, para esta travesía Kilian solo llevaba 400 ml de agua, esta cantidad tan reducida está contraindicada en cualquier publicación científica, menos material, mayor compromiso.

 

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18 comentarios

  1. Me quito el sombrero ante estos monstruos de la escalada.
    Si hacer una ascensión en estilo alpino ya tiene mérito, qué decir de un ochomil.
    Desde que ví el documental de Informe Robinson sobre Iñaki Ochoa de Olza y los valores que se muestran en él, sólo puedo mostrar respeto por todo lo que rodea el mundo montañero.
    Gracias por acercarnos a estos extraterrestres.

  2. Acostumbro cada mañana buscar webs para pasar un buen momento leyendo y de esta forma me he tropezado vuetro post. La verdad me ha gustado el post y pienso volver para seguir pasando buenos ratos.
    Saludos

  3. Genial artículo, Oswaldo

  4. Korkuerika

    OTRA GRAN ACTIVIDAD DE COROMINAS. ALPINISMO DE VERDAD!!!!
    http://desnivel.com/personajes/jordi-corominas-el-k2-mas-dificil

    • Otro ascenso grande!!! la Magic Line, Messner intentó un par de ocasiones, en su libro Kukuczka comentó que se orino en los pantalones del esfuerzo de liberar el muro de roca!!

  5. Korkuerika

    UNA ACTIVIDAD IMPRESIONANTE!!!!!!
    Fuente Gara
    Fue una actividad insuperable de primera línea»

    Nil Bohigas | alpinista

    El 3 de octubre de 1984 es una fecha histórica para el ochomilismo del Estado español. Hace justo 25 años, los catalanes Enric Lucas y Nil Bohigas abrieron una nueva vía en estilo alpino en la cara sur del Annapurna I. Un cuarto de siglo después, esta actividad, que supuso un salto cualitativo en el ochomilismo, sigue siendo la más importante escalada en nuestro entorno.
    Andoni ARABAOLAZA

    A pesar de que hayan transcurrido nada más y nada menos que 25 años, la actividad de Lucas y Bohigas en la cara sur del Annapurna I todavía nos deja perplejos. Con motivo de esta fecha, son varios los reconocimientos que se les están realizando a los alpinistas catalanes. Uno de ellos se llevó a cabo la semana pasada en el Festival Caixa Sabadell de Cine de Montaña de Torelló. GARA también ha aprovechado esta conmemoración para hablar de dicha actividad con uno de sus protagonistas, Nil Bohigas.

    No está nada mal que se les siga reconociendo, tal y como ha ocurrido en este Festival de Torelló. ¿Cómo lo han acogido ?

    No es algo que se desee. Tanto Enric como yo estamos en una fase que no lo necesitamos. Pero, cómo no, lo agradecemos; y es que es una actividad que se realizó hace 25 años.
    Un cuarto de siglo después, ¿sigue sintiendo algún tipo de nostalgia?

    Sí, claro. Estos días hemos digitalizado todas las imágenes de la actividad, y da gusto. Antes tenía sólo una selección, pero no la totalidad. Son casi 500 imágenes. Muchas hacía tiempo que no las veía.

    Hablando de dichas imágenes, ¿qué flashes o titulares principales sacaría de ellas?

    Viendo las imágenes es como volver al pasado, pero con la realidad de que ésta es una actividad insuperable de primera línea. La clave está en el plantea- miento. Éramos jóvenes, fue como ir por la vida tan tranquilos para realizar un proyecto increíblemente complejo, difícil y espectacular al 100%.

    Ir dos personas hace 25 años a una pared de este tipo, sin información, sólo con unas imágenes de la pared y plantearte una ascensión de estas características es simplemente espectacular. Ahora eso no existe. Teníamos pocos recursos y llevábamos el material de la época. Salimos de Barcelona en tren hasta Roma y luego en avión hasta Katmandú. Y sólo contratamos a 12 porteadores. Todo esto te choca.

    Era una época en que salías de aquí y casi ya estabas incomunicado. Desde que llegamos a Nepal hasta nuestra vuelta no hubo nada de información. Lo que mandábamos era por telex. No había parte del tiempo, ni teléfonos… fue de una autenticidad totalmente apabullante.

    Con el paso del tiempo, como con otras actividades, la suya se valora ahora desde otra perspectiva, seguramente con el verdadero valor que tiene. ¿En 1984 eran conscientes de lo que habían hecho?

    El transfondo es total; no fuimos conscientes de nada. Es como la actividad de Irvine y Mallory en el Everest, pero tradu- ciéndolo a esa época. Hay que tener en cuenta que ha cambiado todo: el material, la mentalidad…
    Todo esto no está documentado, es un espacio oscuro. El que sabe algo de esta actividad es el que leyó en su tiempo. Ahora me preguntan sobre la dificultad del muro y les digo que no es comparable. No se puede hacer un croquis y poner unos números, ya que antes las cotaciones eran cerradas.

    No fuimos conscientes porque éramos irreverentes. En el 84 ir dos personas, en estilo alpino, a esa pared, con sólo 200 kilos de material… Eso es sintomático de que venían cambios. Esa mentalidad de hace 25 años no ha continuado.

    Su compañero Enric tenía 23 años y usted 26, y, a pesar de ser tan jóvenes y apenas experiencia en en los ochomiles, se atrevieron con una pared como la sur del Annapurna. ¿Fue fruto de la loca juventud?
    Éramos personas que tenían inquietudes y que veníamos de la montaña y luego de la escalada. Tuvimos opción de ir al Himalaya sin apenas dinero. Enric, por ejemplo, pasó años pagando el crédito. Fuimos por ilusión, con un patrocinio nada destacado y con cuatro cosas más. El transfondo del planteamiento en increíble. Ahora lo ves y toma más valor. Hay muy pocas actividades realizadas con futuro; se pueden contar con los dedos de la mano.

    En su tiempo se habló de una actividad que supuso un salto cualitativo en el ochomilismo.

    Es una actividad única, y muy poco conocida aunque está descrita. Esto sólo lo ha visto la gente que se ha acercado a nuestras conferencias; sólo cuatro gatos. Está en la menoria de ellos y poca cosa más en las revistas. En cierta forma, se quedó en el olvido.

    Hay especialistas que sí lo reconocen. Mira cómo son las cosas. Tras la actividad del Annapurna, seguí 4 meses más en Nepal sin medios ni dinero. Hice escaladas como la del Baruntse sin permiso, y los medios no lo recogieron porque, claro está, escalé en esas condiciones. Luego sí se reconoció. Pasó lo mismo con el Cho-Polu, una primera mundial. Lo anotó Elisabeth Hawley, 20 años más tarde subieron los suizos y no se creyeron mi escalada.

    Tras acercarse a la base de la cara sur del Annapurna, ¿no les entró ganas de darse media vuelta?

    Fuimos convencidos, con una mentalidad muy clara. Teníamos muy poca información de la pared. A pesar de todo queríamos un ochomil difícil. Nos ayudaron algo las fotos de los japoneses y nos decantamos por esta cara por ser difícil y vertical. Esto hoy en día es impensable.

    Miramos el paredón a través del tele de la cámara de fotos, pero no nos ayudaba mucho. Decidimos sobre la marcha por dónde escalar. El permiso era de la cara sur del Annapurna; no definía nada más.

    Además apostaron por el estilo alpino, un estilo que hoy en día está casi denostado en los ochomiles.

    El estilo alpino es una ventaja si los componentes son hábiles y rápidos. En esa época coincidió la explosión de la escalada libre y la eficacia. Nosotros en aquella época ya escalábamos sin cuerda y muy fluidos por vías de dificultad alta. Escalábamos muy seguros, y adquirimos mucha habilidad y mucho compromiso. La clave del éxito fueron la velocidad y la eficacia.
    Parece mentira, pero, 25 años después, estamos ante una actividad única. Es decir, sigue siendo la escalada más potente del actual panorama de nuestro alrededor. Ahora, en cambio, son muchos los que afirman que el ochomilismo ha ido para atrás. Messner, por ejemplo, señala que el ochomilismo está muerto.

    Si hubiera seguido la línea de la época, el nivel hubiera sido más alto en general. Creo que ahora el nivel se ha restringido. Es una escalada más próxima.

    No creo que hemos llegado al extremo de la afirmación de Messner. Eso sí, antes era una escalada menos segura. Hoy en día, a pesar de los adelantos en material y teconología, los montañeros apuestan por la seguridad y no tanto por el riesgo. No es que sea criticable; es lo que hay. Eso sí, seguirá habiendo excepciones o alpinistas que destaquen. También han cambiado las reglas.
    Antxon Iturriza se hace con su segundo premio de periodismo de Torelló

  6. Muy interesante, Oswaldo.

    A nivel español (y aún a sabiendas de que eres mexicano ;), sabes qué referencias históricas hay en estas modalidades? y/o ascensiones históricas?

    Gracias por el artículo y sigue ilustrándonos! 😉

  7. Korkuerika

    Me ha encantado Oswaldo ENHORABUENA!!!!!

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