Por Arkaitz Galindez del OS2O Trail Team 2018
Beasain, viernes 13 de julio, fecha elegida para dar la salida a la famosa Ehunmilak en su edición 2018. Lo que para mi es la Zegama de las ultras. Sus 1600 voluntarios (verdadero tesoro de la prueba), junto a la espectacular organización del club de montaña Arrastaka de Beasain, convierten esta carrera de ultra trail en algo tremendamente especial. Tanto es así, que apostaría que todo el que se acerca a correr aquí alguna vez, en cualquiera de las modalidades o distancias, queda instantáneamente enamorado con la prueba y quiere volver a repetir en ediciones venideras.
En concreto, la Ehunmilak recorre prácticamente casi toda Guipúzcoa con sus 168km, atravesando los parques naturales de Aralar y Aratz-Aizkorri pasando por cimas tan conocidas y emblemáticas como el Txindoki (aclarar que no se corona, sino que se llega hasta el collado), Aizkorri, Ernio, Izazpi, Erlo, entre otras
Y allí estábamos otro año mas representando al OS2O Trail Team y acompañado de casi 500 participantes. Este año, tras aventurarnos en ediciones anteriores en distancias más cortas, dábamos el paso a la distancia reina, con sus cien millas (168km) y sus 11000m de desnivel positivo. Todo un reto por delante, durante el cual podía pasar de todo.
Sin embargo, la temporada de este año estaba planificada a conciencia para llegar en óptimas condiciones a julio y afrontar esta aventura, porque para mí este tipo de “carreras”, no dejan de ser aventuras, en las que pasas más de un día en la montaña y tienes que saber darle respuesta a todos esos “subi-bajas” que tu cuerpo va soportando, a nivel físico y psicológico, durante tantas horas.
Llegaba bien, descansado, en forma y sin ningún tipo de molestias, pero como todo el mundo en este tipo de distancias… con dudas. Cualquier cosa puede torcer toda una preparación y también hay que estar preparado para ello. Esa incertidumbre que tenemos en la salida (creo que casi todos los “ultreros”), de preguntarnos «¿cómo irá?, ¿qué pasará?, ¿seré finisher?»…etc. Y es por todo esto, que solamente el hecho de llegar a la meta después de tantas horas y kilómetros poniendo los cuerpos al límite de extenuación, tiene un valor en si mismo que te llena de una satisfacción difícil de explicar.
Día de carrera. 17:55 horas y Mikel Valdivieso, uno de los organizadores de la prueba, se disponía como todos los años a darnos el parte meteorológico poco antes de la salida. Sus palabras fueron; “No sabemos exactamente que va a pasar, la situación está muy cambiante. Nos informan de que están entrando por el sur tormentas con fuerte carga eléctrica. Por favor, en caso de tormenta sentido común, no correr, guardar palos y deshacer los grupos. Mucha suerte”. Estas palabras hacían presagiar que el tiempo esta vez nos iba a poner a prueba tanto a corredores como a voluntarios. Y como no… las dudas y los nervios iban “in crescendo”.
Mi estrategia era clara, coger un ritmo cómodo pero intentando buscar situarme bien, para psicológicamente mantenerme motivado y verme metido en carrera. Y una vez se hiciera la noche, en la medida de lo posible, encontrar un grupo de ritmo parecido para no pasar la noche solo, ya que se podía hacer muy larga teniendo en cuenta que desde el amanecer todavía quedaría mucha carrera, en la cual la soledad seguramente fuese una compañera íntima de viaje.
La carrera empezó rápida y ya en la primera subida a Usurbe la gente empezó a coger su ritmo. Mis sensaciones eran buenas y en las subidas cogía un ritmo cómodo en el cual llegué al primer a avituallamiento en Mandubia en séptima posición, pero sobre todo contento porque iba sobre los ritmos que me iba marcando, aún sabiendo que todavía quedaba muchísimo. Poco a poco se iban haciendo grupos y así en un grupo de tres, llegamos a Zumarraga (Km 20) en una meritoria quinta posición.
Las horas iban pasando y sobre las 22:00h, encendíamos el frontal para hacer frente a la noche. En buena compañía los kilómetros transcurrían de forma fluida y en lo que respecta a la carrera, estábamos en una buena situación, con posiciones que se iban alternando, pero disfrutando del ritmo y de esta aventura.
Sin embargo, en este tipo de carreras pueden surgir miles de imprevistos y uno de ellos a tener muy en cuenta es la meteorología. Así, sobre las 23:00h de la noche empezó lo que iba a ser el principio del fin. Según pasamos el avituallamiento de Madarixa, sobre el kilómetro 44 y cuando iniciábamos la subida a Izarraitz, se empezaban a ver grandes destellos de luces a lo lejos, sin saber si esa tormenta eléctrica se alejaba o se acercaba.
Los malos presagios que hubo en la salida finalmente se cumplieron. Nos estábamos metiendo directamente en la tormenta y los rayos cada vez estaban mas presentes. En el refugio de Izarraitz la lluvia hizo por primera vez acto de presencia y la tormenta eléctrica pasaba de ser una amenaza a ser la protagonista de la noche provocando momentos de incertidumbre e incluso en algunas ocasiones, porque no decirlo, de miedo.
En el refugio se nos comunica que en Azpeitia, es decir, tras cuatro kilómetros de bajada, la carrera estaba siendo neutralizada por la tormenta. Y es que la cosa no estaba para bromas. Dicho descenso se hizo eterno. Una bajada por calzada romana que hacía que patinases una y otra vez y unos rayos que caían cada vez más cerca de nosotros.
Tras la bajada llegamos al avituallamiento de Azpeitia, kilómetro 53 y con casi 7 horas de carrera. Una vez aquí, se nos comunica que la prueba quedaba neutralizada hasta que pasase la tormenta, cosa que al final no sucedió. Debido a que no se podía poner en peligro la situación de corredores y voluntarios que estaban desperdigados por los montes y bosques de la comarca del Goierri, la organización, de forma muy acertada y responsable, tuvo que suspender finalmente la prueba por la situación que se estaba viviendo. Una pena, pero estas cosas hay que aceptarlas dado que contra la naturaleza no se puede luchar y hasta aquí llegaba la aventura de la Ehunmilak. Corta, relativamente, y con buenas sensaciones, pero consciente de que todavía quedaba mucha carrera y que podía pasar de todo.
Mención especial merece la gran actuación de la organización que en poco mas de dos horas consiguió evacuar a los 900 corredores que estaban participando en las dos carreras y llevarlos de vuelta al polideportivo de Beasain.
Una verdadera lastima que experimentamos tanto corredores como organizadores pero pasados los días y viendo los datos que Euskalmet reportó los días posteriores (cayeron en el momento de la carrera 3000 rayos en 3 horas en la zona donde se estaba disputando), quedaba más que claro que la decisión fue totalmente acertada.
No pudimos con la aventura del 2018 pero Ehunmilak 2019…¡¡Allí estaremos!!
Deja una respuesta