I Concurso de Microrrelato de Montaña por el OS2O Alpine Team

 ¿Quién puede participar?

Todo el mundo que lo desee. Es fácil, sencillo y no hay que ser escritor profesional de novelas.

¿Qué debo hacer para participar?

Es muy simple. Tan sólo escribe un microrrelato en forma de comentario en esta misma entrada inspirado en una de las imágenes de Maravillas naturales que os presentaremos a continuación. El comentario irá firmado con nombre y apellido.

¿Hasta cuándo hay plazo?

Hasta el 28 de agosto.

¿Cómo debe ser el microrrelato?

Texto libre de un máximo de 100 palabras y desarrollado o haciendo referencia a alguno de los lugares que aparecen en las imágenes.

Aquí un ejemplo,

«Día largo tras escalar la  Norte del Dru. Vivac en la bajada con vistas a las Jorasses. Espectáculo tétrico. Tormenta con luces que nos mira directamente desde la vertiente italiana. Noche de plegarias para que no llegue hasta nosotros. Abandonados a la suerte conseguimos dormir. Amanecer precioso, soleado y brillante. Roca, hielo y nieve nos rodean. Agradecimiento a la muralla de Jorasses que frenó la tormenta. Canturreos de felicidad y calurosos abrazos con diferentes compañeros que representan un mismo equipo. Final mucho más que feliz«

¿Qué, cómo y quién ganará el I Concurso de Microrrelatos de OS2O?

El OS2O Alpine Team decidirá quién es el ganador y habrá algún pequeño obsequio para el ganador y para unos cuantos participantes, con recogida en cualquiera de las cuatro tiendas de OS2O (Zaragoza, Madrid, Barcelona o Valencia)

¡Mucha suerte y ánimo para todos y todas!

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26 comentarios

  1. Marta Iturralde

    Ja, ja, ja… Con lo ursulina que soy, la verdad es que como no se metiera por accidente algún trocito de amanita muscaria en los sobres de ultracongelados de setas con los que animo las tortillas…

  2. Juan Corcuera

    En breves publicaremos los ganadores… La votación será por parte de cinco personas (4 del Alpine + 1 dueño + 2 trabajadores ) dando 3, 2 y 1 respectivamente a los tres microrrelatos que más hayan gustado.

  3. marta iturralde navarro

    Me di de narices con ella de sopetón: piernas kilométricas y risa musical. La vi justo cuando salía con unos trekkers hacia el macizo. Aparqué mis planes de trepada, me excusé ante los colegas y salí tras sus pasos. La Carnavalada podía esperar; la chica, no. Mas no hallé excusa alguna para acercarme al grupo hasta que terminó su circunvalación de los Mallos de Riglos. Solo cuando se subía al autocar de su club reuní fuerzas para aproximarme, sin saber qué haría… “Has tardado mucho, Ojos Bonitos”, me dijo la chica con la mejor de sus sonrisas.

    • Juan Corcuera

      Muy grande Marta!!! Será un microrrelato real?? jjjj

      • Marta Iturralde

        Hola Juan. No, no, qué va, es un rollo ficticio. Tenía el relato en mi cabeza desde hacía algún tiempo, aunque mucho más largo y enrevesado. Creo que lo saqué de un sueño (para todos los públicos), pero en mi subconsciente era más surrealista, entre «daliniano» y «picasiano». También salía ese chico que se enamora al primer vistazo de una chica y que la persigue por todo el monte sin decidirse a hablarle. Y ella se da cuenta, claro. En fin: desde entonces, ya nunca ceno callos con morcilla y chorizo picante. Besos.

        • jjajajajaja sin duda has dejado de cenar una buena bomba jajajajaj

          • Alberto Martínez

            Pues no sé qué pensar, Marta: tras leer lo de tus sueños «picasianos», ¿estás segura de que no cenaste setas…?

  4. Diego Viguera Elías

    El invierno ha sido duro. El gimnasio del hospital te roba el aliento, pero la pierna funciona. Apuramos el café mientras nos ponemos las cintas. La mañana es fresca y escalamos con brío los primeros largos. Mis manos sangran al contacto con la roca naranja; mis piernas pesan, pero estamos ya en la R4 de «La fiesta del bíceps». Sudo el desplome y estamos arriba.

    Hace un año estaba en la base con la tibia rota y esperando un helicóptero. Abrazo a Ismael, que grita. Estoy llorando. O llueve. Quizá ambas…

    –Esos huevos con chorizo han esperado demasiado–, y sonrío.

  5. De un confín al otro confín del GR11, en el umbral entre Francia y España, donde uno piensa que los Pirineos han perecido, desde la ventana del refugio, en pleno valle de Ossoue, el sol empieza a iluminar las paredes del Vignemale al fondo una exclamación, – ¡vaya espectáculo!”-. Somos insignificantes entre tanta mole de piedra, tanta belleza que parece vigilarnos. ¿Cómo tardé tanto tiempo en descubrir una de las joyas de la corona pirenaica?, me pregunto, me culpo y me callo. Porque allí el silencio impera y es capaz de fusionar cualquier sonido que no proceda de la naturaleza.

  6. Jonathan Becerril

    Ante unos impresionantes Mallos de Riglos, capricho de la naturaleza que parecen sacados de un cuento. Cuerdas colgando de las prominencias terrestres en las que se pueden intuir personas del tamaño de una hormiga con la fuerza de un titán. El coloso que nos disponemos a escalar es de un tamaño descomunal, turrón de almendras en las paredes y cazos espectaculares. Unos cuantos largos y habremos llegado a la cima, parece fácil. Una vez equipado aparecen los nervios de la primera vez. Los buitres me hacen recordar la satisfacción de llegar allí arriba. ¡Vamos a la aventura!

  7. Alberto Gimeno

    De niño no sabía que la montaña seria mi profesión, comencé con mi padre por Ordesa y a los 15 años estaba escalando en Riglos, mi duda era si sería capaz de dormir en la pared, veía fotos para mi increíble. Con 17 años dormí, pues empecé a escalar de noche en la entosta del Pisón de Riglos. Trabaje en Alemania y traje el mejor material hice mi primera escaramuza de tienda de pared arrastrándola por Montrebei, que sufrimiento para dormir en una repisa sin montar la recién comprada tienda de pared.
    Tuvieron que pasar dos años más y volví a mi secreto, esta vez sí que si, al Dru de cabeza, al Pilier Bonatti, la tienda nos acompañaba, no teníamos técnica para el libre y haríamos mucha escalada artificial, para nosotros más segura pero lenta, como lento montar la tienda. Al final y tras cuatro horas de lucha y dos tercios de pared superados estábamos de la tienda de pared.
    Primer susto, tan concentrados estábamos que ni cuenta de la tormenta que se había formado. Día y medio después la cosa amaino, la tienda había aguantado y salimos por arriba. Jamás había pasado tanto miedo.
    Años después el somier de láminas de mi casa se salió de los anclajes y mi pareja y yo caímos al suelo, yo estaba llorando, mi pareja creía que me había roto una mano, nada más lejos, que malo es el subconsciente, no sabía dónde estaba, 30 centímetros y el ruido me retornaron al Dru, lloraba y temblaba de miedo, esa tienda no la he vuelto a montar, otras si pero esa nunca más pues me acompaña siempre.

  8. Amanece, la adherente caliza se calentará y será más incomodo rozarme por ella, pero no aún. En la vertical cara Oeste la luz se hace esperar. Leyendas se han escrito en estos muros, pero no somos leyenda, sólo tres en la lucha. Una chapa y una cinta. El roce de unos dientes sobre mi camisa, el frío tacto del aluminio, el click que deja salir un suspiro de alivio. Más roce, siempre hacia arriba, hacia lo más alto. Friends y fisureros, cintas y mosquetones. Un grito, corro y llega el tirón. Soy de alma fuerte, no me pienso rendir, no me debo partir. Aguanto una más. Somos tres en la roca. Llegaremos arriba, volveremos a casa.

  9. Vale, entonces podría añadir que la carrera es en uno de los entornos de las fotografías? pensaba que con ser un relato de montaña, era suficiente…

  10. Un paso, otro paso, un paso, otro paso…ya son las dos de la mañana y la noche es cerrada. Hace más de hora y media que no veo a ningún otro corredor, qué extraño. Bueno, no pienses, corre, sigue para adelante, esto es una batalla contra ti mismo. Aunque lo cierto es que ya debería haber llegado al próximo avituallamiento, el que tiene zona de descanso, me vendría fenomenal una cabezadita y un caldo caliente. Bueno, de eso se trata, hay que superarse, Kilian estaría orgulloso de mi. Un, dos, un, dos…

    Dios, qué frío. Y mira que revisé bien las pilas del frontal, pero parece que la luz empieza a hacer cosas raras. Como se me funda, la he líado parda, en esta espesura de bosque no se ve nada y aún quedan 4 horas para el amanecer…se me está complicando el bautizo en un Ultra Trail, al final mi mujer va a tener razón que la pitopausia se me está subiendo a la cabeza…

    Adiós, me quedé sin luz. ¿Y ahora qué? líada buena, a acurrucarme y esperar. Anda, parece que allí hay un punto de luz…¿qué es eso? qué raro, en mitad del bosque…bueno, no me queda otra, voy para allá, será la organización. ¡Eh, hola! Espera, ¿que coño es eso? ¡viene hacia mi! ¡eh! ¡espera! ¡dios! ¡noooooo!

    – Julio, ¡despierta! ¿otra vez la misma pesadilla?

    – Ay, Cristina.. creo que lo de mi gusto por el trail running ha pasado al nivel de obsesión…

    • Juan Corcuera

      jajajajjaja muy bueno pero hay que inspirarlo en una de las imágenes!!!! venga Anímate a otro micro relato que tienes madera de escritir

  11. Un amigo al otro lado

    Cima del Mayo Fire, Punta No Importa, treinta de diciembre, siete de la tarde.

    – Piii, piii, piii…, dime Nacho.
    – Arcaitxo!!! Necesito tu ayuda, estamos en la cumbre del Fire, donde termina la Ravadá y ahora tenemos que bajar, pero no sabemos como…
    – Un momento, un momento, será broma, no???
    – Pues va a ser que no, porfa acuérdate de todos los detalles y explícame la bajada…
    – Me estáis tomando el pelo, con estas cosas no se juega.
    – Que no tronco, que es la cruda verdad, la hemos cagado y necesitamos tu ayuda…

    Tres minutos de precisas explicaciones después, iniciamos el complicado descenso por el itinerario correcto en medio de la noche cerrada.
    Este momento, supuso un punto de inflexión en mi vida alpina, me di cuenta que lo importante de ascender las montañas, no es llegar a la cumbre, es volver a pisar la “Tierra” de nuevo.

  12. Alberto Martínez

    La maldita montaña enloquece a esos alunados de las ciudades. Antes, ni a rastras se hubieran acercado por aquí. A las grandes cimas de nuestra tierra como el Vignemale todos les guardamos un bien justificado temor: ya nadie recordaba cuántos rebaños nos habían hurtado sus aludes. Desde unas pocas añadas atrás, los señoritos de las Tierras Llanas se encaraman por estos roquedales de vértigo. ¿Qué van a percibir desde arriba, salvo peñas y nieve? Terrenos agrestes, con la marca del Maligno. Sin embargo, cuando el sol dora sus muros con el crepúsculo, suspiro por trepar hasta ese condenado puntal…

    • Marta Iturralde

      Por cierto, Alberto, que eso del «¡¿para qué subes a las montañas?!», escuchado en labios de algún habitante del Pirineo, hace no demasiado que lo escuché por última vez.

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