Por Álvaro García del Trail & Skimo Team de OS2O

Una de las máximas de muchos de los que practicamos un deporte, es que cuanto más mejor. Esto no es así, pues el cuerpo tiene un límite que no debemos sobrepasar. Si esto sucede nuestro cuerpo responderá de forma contraria a la que andamos buscando con nuestro entrenamiento.

Todo deportista de élite o profesional sabrá de lo que hablo, y le habrá pasado alguna vez, pero seguro que pone mucho punto en cuidar su método de entreno para mantenerse lejos de llegar a esa situación.

Para los deportistas populares, entre los que me incluyo, es muy difícil llegar a estos extremos puesto que el deporte no es más que un hobby que practicamos en nuestro tiempo libre, generalmente en el poco que tenemos, y hablar de padecer sobreentreno sería un disparate.

El sobreentreno propiamente dicho es un estado caracterizado por un empeoramiento de la capacidad de rendimiento a pesar de seguir entrenando. Lo que implica que, la causa del sobreentrenamiento sea el entrenamiento excesivo. Cuanto más entrenas, peor.

El sobreesfuerzo va directamente ligado al sobreentreno,  no es más que un exceso de ejercicio físico. Hacer deporte es sano, pero cuando se convierte en un hábito compulsivo puede tener efectos contrarios a los deseados e incluso, poner en riesgo nuestra salud. El exceso de ejercicio físico, someter a nuestro cuerpo a un sobreentrenamiento, puede desde acelerar el envejecimiento a hacernos más vulnerables a padecer determinadas dolencias.

Hace un par de meses me encontraba físicamente de lujo, metiendo buenos entrenos a pie y en bici, comiendo bien y descansando mejor, todo lo que me dejaba mi situación familiar y laboral, y las sensaciones eran inmejorables.

Estaba preparando la Carrera por Montaña Tres Valles, en la cual iba a competir en su modalidad Combinada, es decir, una carrera corta de descenso el sábado, y una media maratón de montaña el domingo. Dos días seguidos de ejercicio intenso, competición pura y dura, y contra los mejores del mundillo.

La carrera del domingo más o menos la tenía controlada, es mi distancia y desnivel favoritos para los que entreno y en los que mejor me siento compitiendo, 20km y 1200+ en donde me muevo como pez en el agua y no supone mucho desgaste para mí.

La carrera del sábado la sobrevaloré en exceso, sobre el papel muy fácil, bajar 800 metros negativos de desnivel en 7 km. No tenía por qué ser nada del otro mundo, bajar me gusta, no voy a castigar los cuádriceps pues es una bajada larga y muy tendida, y quitando la primera parte que es muy técnica lo demás es correr y correr hasta llegar a meta. He aquí mi gran error!! No estoy acostumbrado a correr tan rápido, ni tan rápido durante tanto tiempo, ni a alargar tanto la zancada mientras corro, ni a entrenar y menos competir durante dos días seguidos…. y como era lo normal rompí bielas por todos los lados.

Después de acabar el descenso del sábado y quedarse mis piernas frías y relajadas empecé a notar los típicos dolores después de una carrera de esas que hacemos a fuego, molestias en gemelos, isquios, sóleos, caderas, espalda e incluso brazos. No le di importancia pues solo fueron 25minutos de esfuerzo y pensé que relajando durante la tarde y la noche se pasaría…. A la mañana siguiente cuando me voy a levantar para acudir a la carrera en línea no puedo ni moverme, parezco robocop, me duele todo y lo primero que se me pasa por la cabeza es que aquí me quedo. Mi mujer me ve y me anima a que por lo menos baje al desayuno. Nos separan unos 300 metros del restaurante, los cuales los hago a duras penas, pero cuando llego la circulación de la sangre parece que ha hecho su trabajo y por lo menos las articulaciones se mueven un poco. En el desayuno sigo con la idea de no correr mientras me como un donuts por aquí, un bocadillo de magreta por allí, croissant con mermelada por otro lado…. mis familiares que han venido a verme correr me intentan animar y acaban convenciéndome de que por lo menos lo intente. Como no sé decir que no me voy a la habitación, me cambio y me voy hacia la salida en La Alberca, me separan unos dos km que hago tranquilo esperando me sirvan para entrar en calor y el cuerpo olvide un poco las molestias, y así es.

En la línea de salida muy buenos compañeros de batallas que salen a por todas. Yo sé que en condiciones normales hubiera estado peleando por el triunfo de carrera pero con la fatiga acumulada del día anterior, la propia carrera me pondrá en mi sitio. La subida a la Peña la hago muy tranquilo, el octavo creo que llego arriba, pero en la bajada me tiré a por todas para acabar cuarto de la general y primero de la modalidad combinada, el que era mi objetivo.

A partir de aquí empieza mi calvario personal. Los días siguientes noto un bajón increíble en mi cuerpo, me duele todo, el cansancio se ha apoderado de mí, me cuesta dormir, estoy hambriento pero nada me sacia, dolor de cabeza, irritabilidad… y para colmo ese domingo tenía la intención de acudir a la siempre espectacular Carrera Alto Sil.

Sin hacer un solo entreno en todo la semana y con una sensación de fatiga tremenda para allá que voy a….ver que sale. Y como no era de extrañar, no salió nada.

En las primeras rampas, sin haber salido del pueblo aún, ya veo que el cuerpo pesa más de lo normal, las piernas no responden con soltura y mucho menos con la frescura con la que estoy acostumbrado a llegar a las carreras y preveo que lo voy a pasar muy muy mal si quiero acabar.

En mi cabeza la retirada no es una opción, nunca lo ha sido y siempre he acabado las carreras que he empezado, asi que esta no iba a ser menos.

En carrera me limité a disfrutar, dejándome llevar en las bajadas y sufriendo como nunca en las subidas, para llegar a meta ya vacío del todo y sabiendo lo mucho que me iba a pasar factura haber corrido aquí.

Esto es un 19 de marzo y mi cuerpo está al límite. Si antes me costaba dormir ahora me cuesta comer, pierdo algún kilo que otro y mi estado de ánimo se derrumba. Gracias a dios tengo un hijo y una mujer increíbles que me mantienen con la cabeza arriba, siguiendo con las rutinas diarias y haciéndome olvidar un poco del correr, pues había llegado el momento de afectarme psicológicamente y no tener motivación ni ganas de seguir corriendo en mucho tiempo.

A los 10 días de desconexión total y aprovechando unos días de descanso en el trabajo unido a una ventana de buen tiempo me animo a salir de nuevo al monte.

Tenía algún objetivo que otro cercano, como la Carrera de Arganza, que me motivaron a intentar hacer algún entreno pero mi cuerpo no iba, me noto cansado y sin ganas, la cabeza tira pero las piernas no, es una sensación muy incómoda y difícil de gestionar que no se la recomiendo a nadie.

Justo aquí es donde empieza a rondar mi por mi cabeza con lo que titulo este post, el sobreeentreno me ha atizado pero bien. Cuanto más intento salir a correr o montar en bici peor me encuentro.

No veo la luz al final del túnel, y opto por preguntar a varios especialistas para intentar revertir la situación. Lo primero que tengo que hacer son unos análisis para ver como estoy.

Mejor no os cuento el resultado general, muy pésimo. Pero como ejemplo os pongo los valores que me han dado la Ferritina (proteína que se une con el hierro, siendo su función la de almacenar hierro en el organismo y liberarlo de manera controlada. Los síntomas de baja ferritina incluyen debilidad severa, fatiga, bajos niveles de energía, agotamiento mental y físico, piel pálida, dolor de cabeza, etc)

Y la Creatinquinasa (enzima que se halla en el músculo estriado, tanto miocárdico como esquelético, además de en el tejido cerebral. Su elevación señala una lesión celular grave y en consecuencia, enfermedades musculares como la distrofia muscular progresiva, o cuando ha existido o existe un daño con elevada destrucción celular de las fibras musculares)

Solo con estos dos valores ya me di cuenta de que tenía que parar de hacer ejercicio, descansar, comer bien, tomar la suplementación correspondiente, ir al fisio y recuperarme lo mejor posible para volver cuanto antes.

Los más optimistas me dijeron que tardaría tiempo en volverme a encontrar bien, lúcido y con la frescura habitual. A día de hoy he notado bastante mejoría, aunque aún me siento un poco débil, me cuesta recuperar de los entrenos más tiempo de lo normal y los valores analíticos todavía están lejos de la normalidad, puedo decir que me he sobrepuesto a la adversidad. Aunque no he parado todo lo que debiera y al mes ya estaba compitiendo otra vez, ya duermo bien y las sensaciones van siendo mejores, el estado de ánimo es el de siempre y sobretodo he aprendido una lección más en esta escuela de la vida.