Siempre podremos volver…

Estábamos a 1500m Chema y yo debatiendo si podíamos atacar la cima del Tozal de Guara, una modesta montaña de 2000m pero que el otro día se nos mostraba desafiante, nos invitaba a que lo intentáramos como si de una araña se tratase para atraparnos en su pegajosa tela.

Hay cosas que solo te enseña la experiencia, la foto en la cima nevada era muy tentadora, la sensación de conquista, el  poder que se siente cuando coronas una montaña es adictivo, pero el otro día pudo la lógica. Dudamos y en montaña si dudas debes desistir.

Las salidas para evaluarlas correctamente lo debes hacer cuando estés ya en casa, lejos del  lugar donde la llevaste a cabo, desistir de tu objetivo a tan sólo 3 km de la cima  porque no ves claro si podrás llegar es un acto de responsabilidad, la montaña siempre estará allí y nosotros tendremos muchas ocasiones para intentarlo. Cuando evalúo lo ocurrido me siento bien, a gusto y satisfecho por haber sido valiente en esa decisión,  como digo no era una gran montaña pero todos sabemos que donde menos te lo esperas pueden surgir los problemas.

Cuanto nos gusta contar nuestras hazañas, lo libres que nos sentimos cuando corremos por el monte, esa conexión casi mística que ahora todos tenemos cuando corremos, pero  tener que retirarte sin haber conseguido el objetivo también es parte de todo esto, eso o como  me ocurrió, caerme.

Porque cuando salimos al monte a correr puede pasar cualquier cosa y todos estamos en mayor o menor medida expuestos a ellas, todo es parte del juego, todo esta dentro de lo normal aunque vivamos en un mundo de “éxitos” que distorsionan la realidad.Hay que saber disfrutar de los buenos momentos y entender que también son parte de nuestro mundo los malos. Yo el mismo día me caí y no pude culminar mi objetivo, lejos de sentir frustración me sirvió para conectar con la realidad y valorar mucho mas lo que hago, como lo hago y que lo único que importa es disfrutar, sentirse bien con uno mismo y sobre todo poder volver a casa para contarlo.