Por Indra de Castro,
Claro, para ser un paseo, ha de ser breve. Se empieza con un “oye, salgo a dar un paseo” y la frase debe acabar en “vuelvo a las…”. En este caso pretendíamos volver ¡a cenar! Un paseo ciertamente largo. Así que debíamos ser rápidos, ir ligeros, ir ágiles… y volver a cenar. Un objetivo nada fácil cuando hablamos de escalar 7 cumbres por sus aristas. Por muy juntas que estén las cumbres, hay que subir, bajar y correr a la siguiente, subir, bajar y… ya me entendéis. Al final 4000m+ en tan solo 40km. Tenía pinta de que nos enfrentábamos a 4 KV (=Kilómetro Vertical) por terreno técnico, tan técnico que en 2 de las cumbres necesitaríamos cuerda. ¡Nada despreciable para un paseo!
Toda esta locura nació en la cabeza de mi compañero Javi Marín, un enamorado del espíritu FAST&LIGHT desde que lo conocí. Es él quien corría por montaña antes de conocernos. Es él quien, de vez en cuando, sale a la montaña en solitario. Es él quien me recomienda esta u otra prenda porque me ahorraré bastantes gramos. Ese es Javi, el mismo que ve una línea de montañas y me propone subirlas todas en el día. Él trajo el espíritu fast al equipo, también el light. Creo que yo puse el long. Me gustan las actividades largas, sin pasarse, pero largas.
Me contó que había escalado varias de las cumbres del Parque Natural de Urkiola, que le faltaba alguna, pero que sería genial hacerlas todas en un solo día. Parecía una buena manera de mantener la motivación durante la temporada baja de Rallies de Escalada, que paran durante el verano por demasiado calor. Los rallies son actividades largas (12h, por normativa) y requieren escalar y correr. Nuestro proyecto de unir las 7 cumbres de la Columna de Urkiola no solo nos serviría como entrenamiento y motivación. Era mucho más que eso: un proyecto para concienciar sobre un estilo comprometido de hacer montaña. Compromiso con la actividad (non-stop, minimalista), compromiso con el compañero (en solitario no podríamos completar algunos tramos de escalada), compromiso con el medio ambiente (residuo zero) y con el territorio, es decir, compromiso con los paisajes que íbamos a recorrer.
Para este último “compromiso” de nuestro proyecto invitamos a la Fundación Lurgaia, que trabaja en Bizkaia por la recuperación del bosque autóctono, comprando fincas y reforestando con la ayuda de miles de voluntarios. A OS2O le encantó la idea y juntos el proyecto creció. Nuestra motivación estaba por las nubes, solo había que buscar una fecha y disfrutar durante unas 15h. Puede sonar a empacho, pero para nosotros sonaba a ¡un festín de montaña!
No era fácil poner fecha a un proyecto que llevábamos meses planificando. Consultamos agendas. Las nuestras, las de los colegas que se dedican a fotografía y documentales, la agenda meteorológica… parece que todo indicaba que el 27 de agosto era una buena fecha para ponerle la guinda a un proyecto que llevábamos muchos meses preparando. Las lluvias respetarían y nosotros ya habríamos regresado de sendos viajes a Alpes. Por el contrario, los colegas camarógrafos estarían trabajando en la UTMB, justo el día de nuestro reto. ¡Vaya casualidad! Unos en Mont Blanc y otros en Anboto. Lejos de molestar, la coincidencia de fechas nos parecía un tributo a la cuna del alpinismo en Francia (¡y el mundo!) y a la cuna del montañismo y escalada en Euskal Herria. Las paredes calizas de Urkiola habían visto las primeras aventuras verticales de intrépidos escaladores vascos y todavía hoy siguen acudiendo a iniciarse o a tachar sus proyectos más ambiciosos: bien sea una épica UTMB o un proyecto por las 7 cumbres de Urkiola para dar visibilidad a una noble causa: la repoblación de la Cornisa Cantábrica con bosque autóctono.
La semana previa al reto transcurrió entre preparativos. Fui a reconocer el terreno, los puntos de repostaje de agua, debatimos sobre la comida y el material que llevaríamos. Sobre lo que no teníamos ninguna duda era la ropa de OS2O. Al final cada uno llevaba esto:
- unos pantalones FAST&LIGHT Shorts de OS2O
- una camiseta sin mangas Ultra Lite Tank de OS2O
- zapatillas de trail
- mochila 15/22L ultra ligera de 300gr
- 2L de agua
- arnés y gatos de escalada con solamente 3 mosquetones de seguridad
- 8 barritas y 2 geles de MegaRawBar (que también apoyaba nuestro proyecto)
- frontal, móvil, manta térmica, llave del coche y micro-cartera (DNI, tarjeta de crédito y algo de dinero)
- una térmica Warmlite Merino Shirt OS2O (como única prenda de abrigo/seguridad)
Además, llevaríamos material compartido: 1 cuerda de 40m, 8 expreses y 4 friends variados (tallas alternas) que repartimos entre las dos mochilas. En total, 6.5 kilos cada uno. Aunque irían bajando según bebiéramos agua o usáramos el material de escalada para progresar encordados. En los tramos a pie llevaríamos esos 6.5 kilos con nosotros, no había más remedio, nuestro reto no contemplaba abandonar material ni disponer de depósitos de material o comida/agua colocados de antemano: autosuficiencia en estado puro.
Decidimos dormir la noche antes del reto en nuestro punto de arranque, así nos ahorraríamos conducir medio dormidos y sería despertar, desayunar y salir de paseo, sonaba a un plan perfecto. Y así fue, lo disfrutamos desde el minuto uno. A pesar del madrugón, a pesar de la niebla que lo inundaba todo, a pesar de las largas horas y los muchos metros que teníamos por delante.
Despertamos a las 5.15, arrancamos a las 6.00, sin darnos cuenta, estábamos atravesando bosques de hayas, los únicos del día. En unos pocos kilómetros, el bosque deja paso a unos hermosos prados, empapados por la niebla y que a su vez empapaban nuestras zapatillas. No nos venía nada bien esa humedad.
Ante nosotros se levantaba Anboto (1331m), la fortaleza de Andra Mari, a la que pretendíamos subir trepando por su arista sureste. Es una trepada sencilla, así que no nos encordamos. Esta primera cumbre la subimos volando. Se notaba la ilusión, el entusiasmo, la frescura, tanto de los ánimos como de la mañana. De hecho nos pusimos la manga larga de lana, ¡bendita lana! Enseguida apareció la cumbre de Anboto, primera cumbre de nuestro largo paseo. En cambio el cresterío desde Anboto hasta Alluitz (1034m) se nos hizo largo. La roca mojada, la poca visibilidad, el terreno de llaneo pero expuesto y resbaladizo requirió toda nuestra atención. Finalmente, vimos aparecer el buzón que marca este segundo punto destacado del largo cordal. Ya empezó a clarear, ya podríamos aligerar el paso, al menos en lo que se refiere a orientarnos.
Desde Alluitz iniciamos nuestro primer descenso, el primero de esos 4000m negativos rompepiernas que íbamos a acumular en la jornada. De hecho, ambos empezamos a resentir las rodillas mínimamente. Yo no tengo ninguna duda de que me cuesta menos subir que bajar, menos mal que tengo un compañero que baja muy bien y me anima a no perder el ritmo. Sin duda son estos momentos en los que el equipo cobra toda la importancia, la compañía, el saber que hay alguien a tu lado disfrutando de ir ligero en la montaña, ligero y ágil, FAST&LIGHT.
Ya disipadas las nieblas y con buen sol, llegamos al pie de los Espolones del Astxiki (785m) donde nos encordamos y nos lanzamos a un banquete de metros verticales que nos encantan. ¡Qué gustazo escalar encordados! Sin preocuparse por la exposición, con seguros fijos en la pared, por terreno sencillo (V+), sabiendo que en un suspiro has escalado los 100m del primer Espolón. Una breve transición por terreno herboso (dejando el segundo Espolón a un lado) nos colocó en la base del tercer Espolón del Astxiki y los otros 100m de escalada sencilla y disfrutona (V+). Esta última tirada tiene un trazado muy inteligente, claramente busca allá donde el muro ofrece menos resistencia. No pude evitar pensar en los aperturistas, aquellos pioneros que tenían una pared virgen delante y recorrieron cual artistas dibujando líneas sobre un lienzo en blanco. ¡Y qué maravilla nos dejaron de regalo! Llegar así a la cumbre del Astxiki mantuvo ese espíritu de paseo vertical del día.
A mitad de escalada (200m, V+) del Astxiki
Un trote ligero, con cuidado de no machacar nuestras rodillas que debían aguantar aún muchos metros de desnivel, nos dejó en el ecuador de nuestro día (al menos en número de cumbres, 3 por delante y 3 por detrás). Este ecuador está marcado por un riachuelo cantarín que atraviesa un fresco bosque mixto de ribera. Un regalo del paisaje para que pudiéramos refrescarnos. El sol ya caía sin piedad y la aproximación a nuestra próxima arista la hicimos bajo un calor intenso. Pero tras la bajada del Astxiki en la que no quise forzar las rodillas, yo estaba deseando recuperar el tiempo perdido y apreté el ritmo para colocarnos en la base de la arista del Urrestei (678m). Al llegar nos dimos cuenta de que estábamos en última posición de una larga hilera de cordadas que subían sonrientes disfrutando de cada largo. La sonrisa la imitaríamos seguro, seguíamos disfrutando de lo lindo, pero desde luego no íbamos a escalar el Urrestei mediante la técnica de largos sino en ensamble. Nos encordamos, colgamos nuestros 4 únicos friends del arnés y nos lanzamos a por nuestro segundo festín de 300 metros de escalada sencilla. Saludamos a todas y cada una de las cordadas que nos fuimos encontrando. Todos fueron muy amables y nos dejaron pasar. Unos más sorprendidos que otros, pero todos de buena gana, casi animándonos a que los rebasáramos. Lo cierto es que cada uno elige el ritmo al que da su paseo montañero. A nosotros, nuestro largo paseo nos pedía ir ligeros o se nos echaría la noche encima, pero podíamos hacerlo así porque otros muchos días salimos tranquilos, aprendiendo técnica, orientación, apreciando cada detalle de nuestro entorno, disfrutando de otro tipo de paseo. Pero la Columna del Urkiola pedía ensamble y plantarnos en la cumbre del Urrestei en apenas 1h.
Un rapel más abajo, una destrepada cautelosa y unos metros más arriba nos esperaba una encina solitaria suficientemente grande como para darnos una valiosa sombra. Comer otro poco, beber, quitarse los “arreos” de escalada y prepararse mentalmente para otra trepada sencilla (III+), larga (400m) y sobre todo: calurosa. Uff, la niebla moja la roca y ralentiza, pero este sol abrasador hacía gotear nuestras frentes y tampoco ayudaba a la escalada. Las placas requerían toda nuestra atención pero resultaron ser realmente sencillas. Enseguida llegamos al final de la roca compacta y continuamos hasta la lejana cumbre del Untzillatx (941m). Este tramo me recuerda al cresterío entre Anboto y Alluitz. No tanto en el tipo de roca o la progresión, sino en lo largo y sin desnivel… parece que la cumbre no va a llegar nunca y cuando llega decepciona un pelín. Lo que se agradece sin duda es comenzar a bajar e internarse en unos bosquetes que protegen del sol, ¡maravillosa sombra! Pronto llegamos a la plaza de Mañaria, donde paramos a reponer agua. Este es uno de esos momentos en los que nuestras mochilas se acercaron a los 4kg.
Ya solo nos quedaba por ascender la última cumbre de la Columna del Urkiola, esa cadena de cumbres de un mismo pliegue geológico, una hilera evidente y tentadora para cualquier alpinista. Esa última cumbre es el Mugarra (964m), a la que se accede por una de las 3 canteras que atravesamos durante aquel paseo, un auténtico dolor ver cómo la industria se lleva por delante enormes pedazos de estas montañas, de esa caliza blanca que los atardeceres colorean, de esa roca sobre la que progresamos veloces y atentos durante toda la jornada. El cansancio se notaba, pero también la ligereza de espíritu. Entre chistes y ánimos mutuos nos encaramamos a la cresta. Recorrimos la mitad sueltos y la otra mitad encordados para que ninguno abandonara el proyecto tropezando hacia el abismo. Cuando el sol ya teñía de rojo los paredones de la cara sur del Mugarra, nosotros hacíamos cumbre y cumplíamos un sueño: dar un paseo que uniera las 6 cumbres de la Columna del Urkiola!
Semejante banquete de 6 cumbres podría haberse completado con una séptima como postre, pero un despiste entre las pistas de los caseríos altos de Mañaria, la poca batería en los móviles y la noche nos convencieron de que era prudente dar por terminada la jornada. Habíamos recorrido la línea Anboto-Mugarra en el día y ya constituía un buen paseo vertical: 16h moviéndonos en terreno de III-IV grado, hasta 6a, acumulando 3500m positivos a lo largo de 32km.
Está claro que de paseo no tiene nada, pero cuando se disfruta de esta manera, las palabras épicas suenan demasiado sufridas, demasiado intensas, no reflejan lo que uno sintió durante la actividad. Tengo la sensación de que solo las aventuras accidentadas tienen derecho a ser contadas con épica. El resto, por largas que sean, si transcurren bajo control, si se disfrutan, si no hay drama… se pueden contar con esa misma alegría, sin drama, sin épica… como un buen paseo!
¡La plataforma de la Fundación Lurgaia sigue aceptando donaciones para seguir repoblando los bosques autóctonos!
Si os habéis quedado con ganas de más, os dejamos un vídeo resumen.
Roberto B.
Excelente fotografía del monte Ulluitz y aventura.