Por Javier Gurpegui y Claudia Valero del OS2O Trail & Skimo Team
Introducción: por Javier Gurpegui «Gurpe»
Participar en los mundiales de esquí de montaña en Andorra (del 2 al 6 de marzo de 2021), este año ha sido el objetivo desde antes que cayesen los primeros copos de nieve. Para formar parte del equipo de la FEDME, los criterios destacaban la importancia de los Campeonatos de España en Boí Taüll del 14 al 17 de enero. Allí acudimos Claudia y yo con nuestras respectivas autonomías, Aragón y Castilla y León, con ganas de demostrar que podíamos hacernos un hueco en la Selección Nacional. Tras unos buenos resultados con tres medallas para el equipo OS2O, dos de oro para Claudia y una plata para mí en Vertical, solo nos quedaba seguir con la preparación y esperar la llamada de la FEDME.
Esta llamada llegó con dos semanas de antelación a los mundiales. Desde ese momento, ya sólo quedaba completar las escasas sesiones de entrenamiento y asegurarnos de llegar frescos y en nuestro mejor estado de forma para la cita más importante del año.
En esta ocasión llegamos a Arinsal con antelación suficiente para poder reconocer los diferentes recorridos y ultimar detalles, físicos y técnicos, en equipo. En la primera jornada, con un día soleado, pude salir del entorno de la estación de Arinsal y dar una vuelta por los alrededores del Refugio Comapedrosa por el que inicialmente sería el recorrido de la prueba Individual. Largos descensos fuera de pista, subidas con zetas incontables y algún tramo de arista con crampones caracterizaban el recorrido de 1800 m+ que subía al techo de Andorra.
La jornada siguiente fue bastante más tranquila con una subida a ritmo muy suave por el trazado de la vertical. Finalmente, el día previo al sprint pudimos ver cómo sería el recorrido y realizamos unas aceleraciones y circuitos de cambios dejándolo todo a punto para el pistoletazo de salida.
Sprint: Por Gurpe
De cara al Sprint, se esperaba un día soleado de mucho calor y, aunque al principio de la mañana se cumplió el pronóstico, cuando llegó el turno para la categoría absoluta, el viento y las nubes quisieron formar parte de la prueba. Una vez llegados a la parte baja de la estación de Arinsal, pudimos confirmar lo que habíamos visto el día anterior. Se trataba de un recorrido relativamente corto, con una pendiente constante, incluso en el tramo a pie, y con un descenso con puertas y nieve muy irregular.
Durante el principio del calentamiento tuvimos la suerte de poder ver las finales de las categorías de menores, donde los compañeros de selección consiguieron unos resultados increíbles. Una vez quedó el circuito libre pudimos dar la vuelta de reconocimiento. Personalmente, me gusta hacerlo a un ritmo suave, pero con algunas aceleraciones para comprobar el comportamiento de las pieles y tratar de visualizar cómo serían esos tramos en carrera. Ya acabado el calentamiento, comprobé que todo estaba en su sitio, coloqué las pieles que previamente habían impermeabilizado los skimen y me dirigí a la zona de salida.
Me puse los esquís en los pies y “cerré” las fijaciones. Había llegado el momento. Tras la cuenta atrás de 20” salí con muchas ganas afrontando la primera recta hacia las conversiones o rombos. Una vez allí escogí la trazada de la derecha y al llegar a la tercera conversión se me salió el esquí, ya que aparentemente la fijación no se había bloqueado correctamente. Sin pensarlo, me paré y me puse de nuevo el esquí. La situación no fue óptima ya que había perdido bastante tiempo pero intente centrarme en exprimir mis fuerzas en la parte que quedaba. Hice buenas transiciones y conseguí completar todo el recorrido corriendo. En el último tramo de foqueo recuerdo notar el ácido láctico subiendo por mis piernas y el corazón a mil por hora. De nuevo hice un cambio rápido arrancando las dos pieles de una vez y haciendo una bola que fue directa al interior del mono. En la bajada me centré en llevar una buena línea y sobre todo no meter la pata. Al cruzar la línea de meta tuve una sensación agridulce. Sabía que física y técnicamente lo había hecho bien pero el error con la fijación me saldría caro. Así fue, no pude clasificarme entre los treinta primeros por lo que mi carrera se acabó tras tan solo una ronda. Me quedo con las ganas de saber cuánto tiempo me costó la pérdida del esquí.
Relevos: Por Claudia
Al día siguiente de los Sprints tocaban los relevos. Ni Gurpe ni yo formábamos parte del equipo de relevos sénior, por lo que pudimos disfrutar de la prueba desde la barrera. Por la mañana, en lugar de ascender con coche o telesilla al lugar donde se celebraban los relevos, aproveché para subir tranquilamente foqueando y así reconocer la parte inferior de la vertical del día siguiente. Una parte que sería muy rápida, con muchas curvas en zig-zag hasta llegar a la cafetería, donde tenían lugar los relevos.
Llegué justo a tiempo para ver la ceremonia de flores de los relevos juveniles, donde el equipo español consiguió una meritoria y luchada 3ª posición. A las 11h10 se daba el pistoletazo de salida al equipo senior femenino. ¡Una carrera emocionante donde nos dejamos la voz animando! Varios adelantamientos y remontadas de los equipos nacionales tras las que nuestras compatriotas consiguieron una gran 4ª plaza.
Mientras esperábamos a que empezaran los relevos senior masculino, aproveché para hacerme unos pequeños cambios de ritmo pensando ya en la carrera del día siguiente. Y por fin llegaron las 12h40, la salida de los chicos. Impresionante el arranque que tuvieron, donde los italianos marcaron desde el principio su liderato y se mostraron intratables. El equipo español acabaría con una meritoria 5ª plaza.
En mi opinión, los relevos son de las pruebas más bonitas y espectaculares de ver. Todos los equipos animando a sus relevistas, la gente gritando y se producen los grandes adelantamientos. Es una prueba donde nada está ganado ni perdido hasta que finaliza, donde se pueden ver equipos que, comenzando 4º, acaban 2º, como en el caso de las francesas. Es de esas carreras que se viven y te metes en la piel de los relevistas aún estando en el otro lado de la barrera.
Vertical (Claudia)
El jueves me despertaba con la extraña sensación de que iba a ser un gran día. La vertical me daba respeto. Era mi primer año sub23, lo que significa cambio de categoría y de distancias. También era la primera vez que hacía la mítica vertical de Arinsal completa, ya que otros años como junior en Copa del Mundo había salido desde la cafetería (unos 300m de desnivel más arriba de la salida senior) y se mezclaban los nervios con las ganas de hacerlo bien.
Por la mañana subimos a calentar y aprovechamos para probar pieles y ver cuáles serían las más adecuadas para la carrera. Y llegó el momento. Un minuto para la salida, podía escuchar el latido del corazón. Concentración, silencio y… ¡arrancamos! Gracias al consejo de las chicas más mayores, supe guardar en la primera parte de la vertical. Me habían comentado que esta parte invita a correr mucho, pero si te pasas lo puedes pagar muy caro en los últimos muros de la carrera. Aquí estanban los zig-zags que había podido reconocer el día anterior. Mi corazón me pedía correr, pero mi cabeza supo mantenerse firme y reservarse para los muros, mi especialidad.
Tenía contadas las curvas del zig-zag, pero no llegué ni a hacerlo ya que en muy poco tiempo ya estábamos llegando a la cafetería. A partir de ahí conocía muy bien el recorrido, lo había hecho todos los años siendo junior. Me empecé a sentir muy bien, iba 6ª sub23, no muy lejos de la 5ª, 4ª y 3ª. Empecé a creer que podría pillarlas y apreté… cada vez mis piernas se sentían mejor. Alcancé a la 5ª, quedaban unos 100m de desnivel para la meta y la 4ª estaba a la vista. Sabía que la 3ª ya se había escapado, pero la 4ª estaba ahí, a mi alcance. Veinte metros para la meta y llego a ella. Oigo los gritos de la gente, animándome y oigo a alguien que me dice “¡Esprinta!”. Era ahora o nunca. Respiro hondo, esprinto y corro. Cruzo la meta 4ª, a 3 segundos de la que quedó 5ª en un luchado final de carrera. Me desplomo y me siento más llena que nunca, con una sensación inmensa de trabajo bien hecho. Un 4º puesto que a mí me sabía a oro.
Individual: Por Gurpe
Última competición de los mundiales y probablemente las peores condiciones meteorológicas de toda la semana. La noche previa a la carrera cada uno preparamos nuestras mezclas “secretas” con diferentes geles o polvos isotónicos mezclados con agua. Después de escribir nuestros nombres en las botellas, se lo entregamos a uno de los técnicos que se encargará de avituallarnos en carrera en el punto marcado por la organización. Después de dejar todo el material obligatorio preparado, ¡directo a dormir!
El día amaneció como se esperaba; muy nublado, con viento fuerte y agua o nieve dependiendo de la altitud. Lo que sí que cambió fue el recorrido previsto que se transformó en un bucle con dos subidas y dos bajadas por pista que se repetía dos veces, sumando 1600 m+. Antes de la carrera, a diferencia de otros días, todos los equipos se refugiaban en los pasillos de la cafetería de la estación de esquí y solo se salía con la antelación necesaria para hacer un breve calentamiento y ponerse en la línea de salida.
Ya en carrera no se salió muy rápido por lo que los primeros metros se fue en un gran pelotón. Ese ritmo duró poco y cuando se aceleró, los corredores que estábamos en el grupo trasero perdimos contacto con los que tiraban del carro. Al principio no me encontré excesivamente mal pero me di cuenta de que me faltaba ritmo y sabía que iba a ser un día duro. Intenté evadirme de todo pensamiento negativo y seguir a mi ritmo. De esa manera completé la primera vuelta con una bajada muy rápida pero sin ninguna dificultad técnica. La visibilidad en la parte alta era nula así que decidí bajar rápido pero sin asumir excesivos riesgos ya que en esos momentos lo último que quería era tener que retirarme por una caída.
La segunda vuelta ya me sentí fuera de carrera. Aun así, me quedé sorprendido de todos los conocidos y personas que me animaban por mi nombre y me daban ánimo. De igual manera que en las primeras bajadas intenté no arriesgar más de la cuenta, pero ya conociendo los puntos más técnicos donde había que “levantar un poco el pie” pude ir más rápido a través de la ventisca y la niebla. De nuevo sensaciones agridulces para mí. Pero me quedo con que me encontré bien técnicamente y este año he dado un paso adelante en lo que a entrenos se refiere. ¡Ya vendrán carreras en las que las sensaciones acompañen!
Desenlace/Cierre: Por Claudia
Siempre que se acaban los grandes objetivos de la temporada uno se siente vacío y que todo ha pasado demasiado deprisa. Estos Mundiales no fueron diferentes. Después de una semana entera en Andorra, creo que no me equivoco si digo que todos los allí presentes teníamos la sensación de que no hubieran pasado tantos días. Desde luego, fue una experiencia inolvidable porque, aunque en mi caso fueran ya los terceros Mundiales, estas citas internacionales siempre son diferentes y sorprendentes, y se recuerda cada una con especial cariño.
También, cuando uno echa la vista atrás se da cuenta de todas esas personas que nos acompañaron durante los Mundiales: técnicos, fisios, skimen… ¡qué habríamos hecho sin ellos! Aunque el esquí de montaña sea un deporte individual, un deportista solo no lo tendría fácil para ganar una medalla y todos los éxitos que se cosechan son, en realidad, fruto del trabajo conjunto de un gran equipo. Por eso, creo que se merecen un GRACIAS en mayúsculas.
Creo que Gurpe y yo nos llevamos muchas cosas: experiencia, el orgullo de haber podido competir con los mejores… pero sobre todo las personas. Lo que hace tan maravilloso a este deporte es que, aunque en carrera todos somos rivales, una vez acaba se respira un ambiente de amistad y respeto. Ahora toca disfrutar de la montaña, esquiar todo lo que se pueda hasta que se vaya la nieve y, por supuesto, ¡fijar la mirada en la temporada que viene!
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